Fue por “su contribución a la paz, la democracia y los derechos humanos”. Pero hay polémica porque se da cuando la situación económica genera fuertes conflictos internos.

En medio de la crisis, le otorgan el Nobel de la Paz a la Unión Europea – Además, varios países que lo integran apoyaron guerras como la de Irak y Afganistán. El Nobel de la Paz 2012 otorgado a la Unión Europea ocurre en un momento de gigantescos desafíos para los países miembros, acorralados por una prolongada crisis económica, y genera ciertas controversias porque algunos gobiernos fueron artífices o apoyaron conflictos bélicos recientes en otros continentes.

En su argumentación para premiar a la UE, el comité del Nobel sostuvo que lo hizo por «su contribución a la paz y la reconciliación, la democracia y los derechos humanos». «Hoy una guerra entre Alemania y Francia sería impensable, lo que demuestra que con recíproca confianza enemigos históricos pueden convertirse en socios. La caída del Muro (de Berlín) hizo posible el ingreso de los países de la Europa central y oriental», agregó.

El galardón fue recibido con obvia satisfacción por los gobiernos europeos, que inmediatamente difundieron su agradecimiento. Muchos destacan que la Unión Europea gestó algo que no existía en la historia de la humanidad como la unificación pacífica de un continente. Más teniendo en cuenta que en el siglo pasado vivieron horrores con ideologías totalitarias –como el nazismo- y dos conflictos mundiales devastadores.

Pasaron más de 60 años de la declaración Schuman –que a cinco años de finalizar la II Guerra Mundial dio inicio a lo que luego sería la UE con la Comunidad Europea del Carbón y del Acero- y 55 años del Tratado de Roma de 1957 que sentó la base jurídica del proyecto. En un principio fueron seis países (Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Alemania y Luxemburgo). Hoy son 27 los Estados que integran un proyecto que puede enorgullecerse de haber evitado las guerras en el continente.

Pero el premio también genera polémica. Algunos cuestionan que se haya otorgado a una comunidad política donde hubo gobiernos, como el de Tony Blair en Gran Bretaña y el de José María Aznar en España, que apoyaron la invasión de Irak y Afganistán con el falso argumento de que estaba desarrollando armas de destrucción masiva.

También genera controversia el papel de la UE en el ámbito diplomático, en momentos en que el bloque trata de reforzar su papel para acabar con el régimen de Bashar al Asad en Siria y frenar el programa nuclear de Irán. Y aún tiene varias cuentas pendientes. Nadie olvida su llegada tarde a la sangrienta guerra en Bosnia-Herzegovina (1992-1995) que provocó más de 100.000 muertos y dejó al país desangrado física y moralmente.

Pero tal vez es la actual crisis –con enfrentamientos internos- la que provoca mayor debate. Kristian Berg Harpviken, director del prestigioso Instituto para la Investigación sobre la Paz (PRIO), se declaró «sorprendido» que se haya elegido a una institución que atraviesa una «crisis profunda» para otorgarle el Nobel de la Paz. «Sabemos que las crisis económicas tienen un gran potencial conflictivo, y lo hemos visto en las protestas violentas en muchos países en los últimos tiempos», afirmó.

El Consejo para la Paz de Noruega, que agrupa a una veintena de organizaciones, se mostró crítico y anunció que tampoco este año participará en la tradicional procesión de las antorchas del 10 de diciembre, día en que se entrega el premio.

«Este es un premio político, no un premio de la Paz», señaló su directora, Hedda Langemyr.

«Es un premio realmente extraño y más en este momento de crisis y controversia sobre las políticas económicas y financieras de la Unión Europea», opinó Mariano Aguirre, director del Centro de paz NOREF, basado en Oslo.

Saliendo al cruce de estas críticas, el secretario del comité del Nobel, Thorbjöm Jagland, dijo: «No podemos solucionar los problemas económicos de Europa. Pero queremos recordar a los europeos lo que pueden perder si la UE se rompe».

Aunque la polémica ha rodeado especialmente al Nobel de la Paz durante su centenaria historia, esta ha aumentado considerablemente en los casi cuatro años que Jagland lleva al frente del comité, con decisiones muy controvertidas, sobre todo la de otorgar el galardón al presidente de EEUU, Barack Obama, en 2009.