El dirigente que acompañó a la Selección, Juan Carlos Crespi, dijo que “fue una vergüenza internacional”.

Nadie se hace cargo del papelón – o hubo gambetas de la estrella brasileña Neymar. Ni prueba de jugadores de la Selección local a pocos días de dos nuevas fechas de Eliminatorias. No hubo gambetas de la estrella brasileña Neymar. Ni prueba de jugadores de la Selección local a pocos días de dos nuevas fechas de Eliminatorias. Ni halagos o críticas por los planteos tácticos de Alejandro Sabella o de Mano Menezes en otra edición de un clásico del fútbol mundial. No hubo luz, finalmente. Explotó un disyuntor y el estadio Centenario se quedó en penumbras. La energía volvió parcialmente y después de una espera soporífera se decidió suspender todo. Iba a ser o podía ser la revancha de la derrota en Goiania y terminó en papelón, en fastidio, en decepción, en frustración. Ahora nadie se hace cargo. Aunque los más de 22 mil espectadores se hayan ido mascullando bronca porque nunca empezó Argentina-Brasil. Anoche la Conmebol informó mediante un comunicado que la AFA y la Confederación Brasileña acordaron disputar el partido en fecha y sede a determinar.

«Siento una enorme tristeza y dolor», expresó el gobernador chaqueño, Jorge Capitanich, ideólogo y gestor para que esta provincia fuera sede de un evento de envergadura. Apostó fuerte y le salió casi todo mal. En total, gastó más de 5 millones de pesos para abonar el cachet de la selección visitante incluida toda la logística organizativa -traslados de ambas delegaciones, alojamiento, apertura del estadio, alquiler de grupos electrógenos para cualquier emergencia, la venta de las entradas- y se encontró con un inconveniente sin solución. «No fue una falla humana, fue un problema material que no se pudo arreglar», explicó Capitanich.

¿Cómo se eligió la sede de este Argentina-Brasil? La Gobernación había tenido éxito en el montaje del Boca-River del 25 de enero. Y también el estadio de Sarmiento de Resistencia resultó aprobado. Por eso Guillermo Tofoni, el titular de la empresa World Eleven que organiza los partidos internacionales de la Selección argentina, «sugirió» que Chaco podía ser el escenario perfecto para el 3 de octubre. El convenio para la realización de estos Superclásicos de las Américas, cuya primera edición se jugó en 2011, se suscribió entre la AFA y la Confederación Brasileña de Fútbol por 8 años. La empresa argentina Full Play Group y la brasileña Klefer compraron los derechos para realizarlos. En esta ocasión, Full Play solamente se encargó de la difusión de prensa y cedió el resto a la Gobernación chaqueña. Fuentes de las empresas organizadoras le dijeron a Clarín que se habían tomado todas las precauciones. «Pasó recientemente en un partido del Real Madrid y estamos hablando de la liga más importante del mundo. Esto fue una fatalidad, el problema nos excedió, ningún ingeniero puede solucionarlo», ejemplificaron para graficar el corte de luz que frustró este evento. Y aclararon que ya en el Boca-River se cumplió adecuadamente con un «manual de procedimientos».

¿Se podrá jugar algún día este choque frustrado? Tofoni le dijo a Clarín que confía en que «se podrá disputar en noviembre». Muy difícil. Juan Carlos Crespi, vice de Boca y uno de los dirigentes que estuvo con la delegación argentina, dijo que lo que había pasado era «una vergüenza internacional. Argentina es la cuarta selección del mundo y en esta época con tanta tecnología esto se tendría que haber resuelto».

Los brasileños aseguran que el trofeo ya es de ellos (el lunes habría una reunión en la Conmebol) y pretenden una sede «más confiable». Los derechos televisivos del partido estaban vendidos a 90 países. La publicidad estática también se comercializó. El valor de las entradas habrá que devolverlo. Hubo gente que en la mañana de ayer fue a reclamar a la sede del club Sarmiento, pero recién el lunes comenzará la devolución. El papelón, al cabo, va más allá de la pelota. Y, al parecer, no fue solo el disyuntor lo que explotó.