En Avellaneda, se impuso por 2-1 y se clasificó a los octavos de final donde enfrentará al ganador de la llave entre Mineros-Cerro Porteño.

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Colón eliminó a Racing y avanza en la Copa – Fue 2 a 1 en cancha de la «Academia». Falta poco más de un mes para el 12 de octubre y Colón se ilusiona con descubrir América. Tiene de capitán del barco a un Torero, español de nacimiento, que juega, que hace jugar y que además hace goles: Iván Moreno y Fabianesi. Pero más que un principio de descubrimiento, anoche fue un encuentro de dos culturas futbolísticas: una paciente y equilibrada y la otra vertiginosa e irregular. Colón sigue en carrera en la Sudamericana: ahora jugará con el vencedor de Mineros o Cerro Porteño. Mientras que Racing, despidió un agosto cargado de frustraciones y sin copas…

Esa ráfaga inicial de Racing, sostenida esencialmente por la gambeta endiablada y por una velocidad sorprendente del chico Ricardo Centurión marcó a las claras las intenciones de los locales. Fue a buscarlo con todo. Sin darle respiro a un Colón que arrancó el partido un tanto confundido.

Fueron ocho minutos a pura explosión. A los 2, llegó el primero: una apilada fenomenal de Centurión (dejó en el camino a 4 rivales) terminó con un bombazo que rebotó en los guantes de Diego Pozo. El rebote lo encontró a Javier Cámpora en soledad. Gol. Descuento. Y al ratito nomás, el ex Huracán otra vez puso su botín para un grito cargado de euforia, de esperanza. Sin embargo, cuando partió el centro desde la derecha el delantero estaba en posición adelantada.

Después de esa jugada, extrañamente, Racing bajó una marcha y Colón logró hacer pie. Todo se hizo más trabado en el medio. La velocidad de Centurión y Fariña ya no sorprendía a los santafesinos. Entonces, por momentos, pese a que seguía siendo el dominador de las acciones, no lastimaba. Con concentración y firmeza en los volantes (Bastía y Prediguer), la visita emparejó la cuestión.

Racing insistió con Zuculini más retrasado, con Aued suelto y con Pillud trepando por el lateral. Le faltó claridad cada vez que llegaba a tres cuartos de cancha. Le fue imposible generar jugadas peligrosas. No pudo. No supo. Fue más ganas, empuje, que precisión.

Colón, que se aferró a la paciencia, paulatinamente, comenzó a trabajar la pelota, a hacerla circular en el mediocampo, con Moreno y Fabianesi y Mugni. De todas maneras, en la primera parte, la única aproximación fue un cruce milimétrico de Cahais ante Gigliotti.

Zubeldía hizo un cambió en el entretiempo: sacó a Pillud con una molestia y lo mandó a la cancha a Corvalán (Lluy pasó al lateral derecho). Pero ese cambio nada cambió. Los dirigidos por Sensini salieron a jugar con más atención, con menos presiones…

Se abroquelaron bien atrás, se agazaparon a la espera de una contra; una contra que llegó a los 20 minutos. Bastía ganó en lo alto un pelotazo largo, a dividir. La pelota cayó en el botín derecho de Moreno y Fabianesi, quien habilitó magistralmente a Gigliotti. El delantero se fue solo al gol: el ex san Lorenzo definió por debajo del cuerpo de un desesperado De Olivera.

Ese gol terminó de minimizar las voluntades de Racing y potenció los ánimos de Colón. El golpe de nocaut estaba al caer. Las grietas defensivas de Racing eran groseras. Por eso, no extraño que a los 28, el más destacado de la noche, Moreno y Fabianesi, sentenciara la llave con un latigazo que se desvió en la humanidad de Corvalán.
Quedó, de ahí hasta el final, los lamentos y los nervios de Racing (fue expulsado Vietto) y el equilibrio y la paciencia de Colón.

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