El socialismo vuelve al poder tras 17 años. El socialista se impuso en el balotaje a Sarkozy.

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Ganó Hollande y se abre una nueva etapa en Europa – En su discurso llamó a la reconciliación, tras una dura campaña. Dijo que promoverá el crecimiento y que los europeos “quieren terminar con la austeridad”. Un socialista será el presidente de Francia los próximos cinco años. François Hollande se impuso en las elecciones presidenciales por el 52% de los votos sobre el 48% para el presidente candidato conservador Nicolas Sarkozy, según datos oficiales. Un llamado a “la reconciliación” y “la unidad” de los franceses para hacer frente a la crisis y a una nueva Europa del crecimiento fue el primer llamado del presidente electo. Fue el inicio de una noche republicana y emotiva, donde el presidente saliente, que consiguió una muy buena performance, dijo que comenzaba a ser un francés como los otros. Con miles de simpatizantes celebrando la victoria en la plaza de la Bastilla en París como cuando ganó François Mitterrand, el presidente electo eligió su pequeño feudo de Tulle, en la Francia profunda de Correze, para dar su mensaje al país. Era el primer símbolo de la nueva época. La caravana del cortejo de Hollande recorría las pequeñas calles de un pueblo, donde todos los franceses podían reconocerse, para hacer su discurso desde la renovada catedral. El ex alcalde y diputado de Tulle pasaba a ser el presidente de la República. “Esta noche no hay más que una sola Francia”, dijo, con tono mesurado, sin lirismo. “No hay más que una sola nación. Yo seré el presidente de todos. Cada uno será tratado con los mismos derechos y deberes. Demasiadas fracturas, demasiadas rupturas han podido separar nuestros conciudadanos. Se acabó eso”, anunció Hollande. “Hoy yo exijo ser juzgado sobre dos criterios: la justicia y la juventud”, propuso. “El sueño francés es darle una vida mejor a nuestros chicos” , prometió. Más tarde, en la plaza de la Bastilla de París, enfervorizó a sus simpatizantes: “En todas las capitales … hay gente que gracias a nosotros, tienen esperanzas, que están atentos a nosotros y que quieren terminar con la austeridad’’ “U stedes son mucho más que un pueblo que quiere cambiar, son ya un movimiento que se levanta en toda Europa y tal vez en el mundo para promover nuestros valores, nuestras aspiraciones y nuestras exigencias de cambio”, dijo. En el continente miraban con inmensa expectativa este comicio porque Hollande propone una nueva política de crecimiento en lugar del ajuste impulsado por Alemania. (Ver pag 21) Veinticuatro años después de la última victoria socialista, el discurso de Hollande fue emotivo pero republicano, de un hombre de Estado, de “un servidor”, sin triunfalismo, sin revancha, en una reivindicación simple de los valores de su país. Hollande saludó al derrotado presidente Sarkozy en su discurso y pidió a sus electores “respeto” por él. Las palabras del presidente electo llegaron después de que Sarkozy reconociera su derrota frente a sus seguidores en la Maison de la Mutualité, un salón donde generalmente se hacían los actos socialistas en París. Frente a jóvenes con lágrimas y que interrumpían su discurso con “ Merci, Nicolas ”, Sarkozy también eligió la moderación para despedirse de Francia, después de una campaña ultraderechista y basada en la estigmatización de los inmigrantes. “Es una opción democrática, republicana. François Hollande es el presidente de Francia y debe ser respetado. No demos el mal ejemplo”, dijo Sarkozy. El presidente había esperado los resultados en el palacio del Elíseo pero a las seis y media de la tarde las primeras bocas de urna lo daban derrotado. Los preparativos para celebrar un eventual triunfo de la UMP en la plaza de la Concorde comenzaron a desarmarse. En cambio, en la plaza de la Bastilla se apresuraban los preparativos para las celebraciones. El ex tenista Yannick Noah llegaba con sus músicos para homenajear al presidente electo que llegaría de Tulle junto a Valerie, su compañera. En el estudio de televisión de France 2, la ex candidata presidencial Ségolène Royal, y ex compañera del triunfante socialista y madre de sus cuatro hijos, no podía disimular su emoción. Tenía lágrimas en los ojos cuando vio en la pantalla a su hijo Thomás, que también lloraba por su papá en la sede del partido socialista. Ella no estaba allí, en Tulle. En su lugar estaba Valerie, su nueva compañera. El bar Fouquet, en los Campos Elíseos, parecía blindado. Una docena de policías lo protegía. Allí había celebrado Sarkozy su victoria en el 2007 y su lujo se convirtió en un símbolo que lo persiguió durante su gobierno y su castigo electoral. En el triunfo socialista, Fouquet era una cuestión del pasado que querían archivar, en una noche de alegría y nueva esperanza en Francia.

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