Derrotó por 2-1 a Arsenal. Comenzó abajo por un gol en contra de Clemente Rodríguez, pero lo dio vuelta con goles de Mouche y Ledesma.

Boca ganó en Sarandí y recuperó la ilusión – El equipo de Falcioni ahora está segundo con 4 puntos en el Grupo 4. Si a Boca le decían que de entrada llegaría un gol del Pelado, hubiese agarrado viaje enseguida: claro, quién iba a imaginarse que no sería de Silva a favor sino de Clemente en contra. Y si ese autogol del 3 no aparecía en los planes de nadie, mucho menos lo estaba la flojísima actuación del primer tiempo ante Arsenal. Lo cierto es que ayer, en la noche en que podría haber perdido todo, el Boca de Falcioni consiguió mucho entregando muy poco. Ganó, en lo que se pareció bastante a un milagro. Jugó mal, pero con el ingreso de Pablo Ledesma en el segundo tiempo, y nada más que con lo justo y necesario, reaccionó y lo dio vuelta. Boca, el ex invicto Boca, volvió a ganar tras una semana y media complicada. Como pudo, se reacomodó en la Copa: ahora está segundo en el grupo. Y tomó aire, nada menos…

No era un momento más para este Boca. Tenía, de algún modo, la soga al cuello. Sin invicto, con dos derrotas sucesivas y con una final curiosamente adelantada en el inicio de esta Libertadores, su gran objetivo. Más: Julio Falcioni tenía a Arsenal como su sombra implacable (lo había vencido una vez en 17 enfrentamientos).

Ante ese escenario Boca debía demostrar para qué estaba. Había dos opciones: la desesperación ante la adversidad naciente o la mística copera que cuenta la historia. A juzgar por lo que pasó en el primer tiempo, a Boca estuvo preso de esta circunstancia incómoda. Padeció a un Arsenal que hizo lo que se propuso en esta Copa: molestar («estamos para hacer algún quilombito», en palabras de Cristian Campestrini). Con Carlos Carbonero por la derecha, el equipo de Gustavo Alfaro complicó frecuentemente e impidió que Clemente Rodríguez se proyectara. Sin embargo, el grito inaugural llegó tras una escapada por la izquierda de Nicolás Aguirre: centro, cierre defectuoso de Clemente (con su pierna hábil, la derecha) y gol en contra.

Esos primeros 45 minutos fueron lo peor de Boca en estos últimos siete meses de festejos repetidos y vuelta olímpica. Contra Independiente, no había ofrecido garantías en defensa, pero había mostrado contundencia. Anoche, en Sarandí, fue malo en todo. Atacó sin claridad y defendió sin certezas. Y tampoco le respondieron sus individualidades. De todos modos, no pagó tan caros sus errores. De rebote llegó al empate: centro de Rivero, la baja Riquelme de cabeza para Silva (estaba al límite del off side), rechazo defectuoso de Lisandro López y definición de Pablo Mouche, de derecha.

Ya en el segundo tiempo no cambió mucho el juego de Boca. Primero, se salvó de un penal (de Schiavi a Leguizamón) que Lunati no cobró; luego, luchó mucho más que lo que generó. A los 22 minutos, se encontró con la ventaja: centro de Clemente desde la izquierda y aparición de Ledesma en posición de centrodelantero para definir. Al final, siguió caminando por la cornisa. No por la capacidad creativa de Arsenal sino por su novedosa falta de solidez. Pero cayó del lado que más le convenía: el de la victoria, esa que necesitaba como el aire para respirar…