Boca se llevó la gran alegría en el Superclásico – Los de Almeyda comenzaron mejor, pero les faltó la efectividad que tuvo su rival. Expulsaron al Chori y Roncaglia. El domingo, la revancha en Mendoza. El Superclásico en Chaco comenzó por encima del límite permitido de velocidad. Pero se quedó sin nafta rápido, a pie y haciendo dedo para llegar a destino. River contó con cuatro situaciones claras de gol en los primeros 180 segundos. Apenas a los 25, Chori Domínguez tiró una pared con Cavenaghi y descargó para el ingreso de Carlos Sánchez por izquierda. Zurdazo y contuvo Orion, en dos tiempos.
Sin respiro. Al minuto, tiro de esquina desde la izquierda, falla Orion y sorprender a Cavenaghi que reacciona tarde. La pelota le pega en la canilla y se pierde afuera, cuando con un toque suave al arco hubiese gritado el primero. A los 2, Funes Mori gana por izquierda y se mete en el área. Ante la salida de Orion toca de derecha cruzado, apenas desviado. Y el Melli, 60 segundos más tarde, ingresó al área por derecha. Volea por arriba del travesaño. River presionaba, recuperaba rápido la pelota, la administraba bien y llegaba con peligro.
Perdonó River. Y Boca no tuvo piedad. Lateral sobre la derecha, a los 6 minutos. Sosa, Somoza, Sosa de primera al vacío. Mouche desborda (apenas adelantado) y envía el centro de derecha para Nicolás Blandi que entró a la carrera, le ganó a Luciano Vella y metió el cabezazo furioso al gol. Grito y estallido de la mitad del estadio del Club Sarmiento. El campeón del Apertura le ganaba 1-0 a su clásico rival.
River ya no volvió a ser. Ingresó en un estado de nerviosismo peligroso, que lo dejó con uno menos a los 25. Alejandro Domínguez perdió una pelota con Sosa y reclamó un manotazo que el árbitro Diego Abal desestimó. Entonces se lanzó contra Ledesma y lo bajó. Vio la amarilla y se quedó protestando. Cavenaghi intentó calmarlo, pero el Chori estaba desencajado. Y Abal lo expulsó. Se terminó rápido el partido para el 10 de River.
A partir de allí creció la figura de Pablo Ledesma, el volante derecho que regresó del Catania de Italia. Recuperó en el medio, manejó con criterio el balón y se complementó bien con Somoza, que también levantó su nivel. Aunque el partido se volvió impreciso, parecía que si Boca aceleraba el segundo gol podía llegar. Y cuando Mouche se iba solo contra Vega, Vella lo bajó en la puerta del área. Sólo Abal no lo vio y el descanso llegó con el 1-0 en la chapa.
A la cancha David Trezeguet. No lo dejó ni un minuto más en el banco Almeyda. Para ir a buscar el empate en el complemento, el técnico de River mandó a la cancha al delantero francés por Ponzio –y a César González por Arano-. Pero River estaba tibio y se iba enfriando con cada segundo.
Boca, sereno y armado para la contra, manejaba la pelota –sin apuros- con un hombre más y esperando el momento justo para lastimar con una contra. Pudo ser de Mouche, pero se le fue larga y se la regaló a Vega. El partido navegaba entre la intrascendencia y el aburrimiento. Andrés Ríos por Funes Mori, Araujo por Ledesma. Los técnicos, desde los cambios, trataban de ponerle leña a un fuego que se apagaba.
Pero el partido se calentó de golpe, con un topetazo de Roncaglia sobre Carlos Sánchez que Abal sancionó con amarilla. Como ya estaba amonestado, el de Boca vio la roja y quedaron 10 contra 10, a 24 del cierre. Falcioni puso a Sánchez Miño por Mouche, cerró la línea de cuatro atrás y todo siguió igual. A los 25, Cavenaghi probó desde afuera y se fue cerca. Enseguida, Maidana con un cabezazo casi lo empata. Fueron las únicas ocasiones de un River que se entregó antes de pelear.
Y a los 33, Blandi selló la suerte del Superclásico chaqueño. Colazo recuperó la pelota en la mitad de la cancha. Tocó con Somoza, después con Pochi Chávez, picó al área y tiró el centro atrás para Blandi que sólo tuvo que tocar al gol para poner el 2-0 y bajarle la persiana al partido. El campeón del fútbol argentino festejó con la boca llena, como se festejan los clásicos y como merecen ambos equipos, lejos del morbo y la frivolidad.