Cuando la vida es un carnaval – Del mundo del espectáculo pasó a vender golosinas y se transformó en un personaje pintoresco de El Trébol. Luis Angel Ponce es un personaje pintoresco de nuestra ciudad. Si bien todo el mundo lo ve y todo el mundo en algún momento le compró una golosina, pocos saben su historia.
Luis nació en Gualeguaychú el 2 de octubre del año 1944. Hoy a los 67 años tiene mucha historia que contar.
Llegó a El Trébol en una casilla haciendo espectáculos. Tuvo cuatro hijos con una mujer brasileña y está presente en cada espectáculo que hay en la ciudad con sus golosinas.
«Yo a esta ciudad llegué vía Brasil. Yo era un permanente viajero desde los 12 años y hasta los 42 porque trabajaba con espectáculos. Precisamente con circos. Trabajé en una empresa con un número artístico y me llevó a estar y vivir en circos y viajar al exterior. Visité lugares como Brasil, Uruguay y Paraguay», cuanta Luis mientras no para de vender golosinas en un rincón del club San Lorenzo, en una noche de fútbol.
Ponce cuenta y rememora: «Trabajé en circos como el de los Hermanos Ganni y los Hermanos Pensado. Iban con avión, animales e iluminación propia. Eran grandes, importantes y yo tenía un lindo espectáculo».
Luis conoció a su esposa en Brasil en uno de los 10 viajes que hizo al país de la samba. «Mi esposa es del estado de Pernanbuco en Brasil. En un viaje me alojé en un hotel donde trabajaba ella», recuendo hablando de Rita María do Conceissao Silva. «La conocí un año y al año siguiente volví al mismo lugar, una ciudad llamada Recife y nos volvimos a encontrar. Al irnos, ella se vino conmigo y vivimos en concubinato 4 años y después terminamos casándonos en Salta».
Luis y su esposa tuvieron cuatro hijos. Todos nacieron en diferentes lugares. Iris en Córdoba, Rodolfo en Pelotas (Brasil), Liliana en Tigre (Buenos Aires) y Rita en El Trébol.
Su llegada a la ciudad
«A El Trébol llegué de casualidad y en suerte. Éramos un grupo de familias que hacíamos espectáculos en escuelas y gimnasios. Vivíamos en un colectivo en el que nos manejábamos. Mi esposa necesitaba atención médica por el embarazo de Rita y tuve que replantearme las cosas».
La vida cambió en ese instante para Luis. De vivir cada día bajo un cielo distinto pasó a ser ciudadano de El Trébol para siempre. Del mundo del espectáculo pasó a otros oficios en cuestión de días.
«Me terminé quedando en El Trébol. Fue a fines del año 1978. Fue difícil porque era el líder del grupo y ellos no querían saber nada de que yo abandonara el contingente. Pero a mí me llevó la salud de mi esposa a asentarme en esta querida ciudad», dice Ponce y agrega: «Enseguida conseguí trabajo. Tenía conocimientos de soldadura y trabajé 12 años en la fábrica Bosio. Después me fui porque trabajaba muchas horas y no estaba disfrutando a mis hijos. Mi ambición por comprarme un sitio y hacer mi casa me llevó a hacer muchas horas extras».
Y un día, su trabajo con las golosinas tuvo su inicio. Luis rememora: «En esa época compré el famoso carrito con el que hoy sigo vendiendo golosinas. Estoy o trato de estar en todos lados y de esto me gano la vida. Además limpio terrenos, trabajo para una querida familia como los Butarelli, arreglo aparatos y artefactos eléctricos en casa y así vivo y sobrevivo bien».
Hoy, Luis sigue viviendo con su esposa en esta ciudad. Las tres hijas también hicieron sus vidas en estos pagos. Rodolfo, el popular «Dudú», está casado y trabajando en Junín, Buenos Aires.