Las hizo al director del Bild por haber publicado informes que lo perjudican.

El presidente alemán dejó grabadas sus amenazas a un diario – Ahora, el periódico quiere hacer pública esa grabación para demostrar que el presidente intentó impedir la publicación de un informe sobre un préstamo personal. Al igual que otros mandatarios, el presidente alemán Christian Wulff está enojado con la prensa de su país por la difusión de supuestos hechos de corrupción que lo involucran. Pero en su caso la situación se complicó aún más: lleno de furia, llamó por su celular al director del diario que estaba por difundir el caso, el Bild , y –como nadie respondía– dejó grabado en el contestador un mensaje con amenazas de todo tipo.

Ahora, el periódico quiere hacer pública esa grabación para demostrar que el presidente intentó impedir la publicación de un informe sobre un préstamo personal. Por esa razón, el director del medio, Kai Diekmann, le pidió autorización a Wulff para hacerlo. Pero la respuesta del presidente fue un «no» rotundo. «Las palabras que pronuncié en un momento de emotividad sólo iban dirigidas a ustedes, a nadie más. Ya me disculpé y en eso debe quedar el asunto», justificó el jefe de Estado en una carta enviada al periodista.

El escándalo surgió cuando, a mediados de diciembre, Bild –el diario más vendido de Alemania– reveló que Wulff había cometido actos de corrupción cuando gobernaba Baja Sajonia, en 2008. Primero, disfrutó de vacaciones gratuitas en casas de millonarios conocidos. Y asimismo pidió prestado un crédito de medio millón de euros a una pareja de amigos empresarios para comprarle una casa a su segunda mujer, Bettina. Más tarde decidió cambiar el crédito personal por uno en el banco estatal BW, donde recibió un trato preferencial.

Según Bild , un día antes de que se publicara el polémico informe, Wulff llamó al director de ese medio para amenazarlo con iniciarle una querella millonaria e, incluso, romper toda relación con el grupo editorial Axel Springer, uno de los mayores de Europa, si publicaba esa «historia». En dos entrevistas que concedió esta semana el mandatario reconoció el «grave error» que cometió al hacer el llamado, pero negó que hubiera querido frenar la publicación. Su intención, remarcó, fue aplazarla para poder dar su punto de vista.

Las reacciones no se hicieron esperar y la presión comenzó a crecer sobre Wulff, cuestionado ya desde hacía semanas por amplios sectores de la población alemana. Los medios lo criticaron duramente por atentar contra la libertad de expresión y prensa . Los opositores, sobre todo el Partido Socialdemócrata (SPD) y la izquierda, consideran que Wulff ha perdido la credibilidad que necesita para ejercer el cargo más alto de Alemania y debe renunciar.

Desde el gobierno, la canciller Angela Merkel –fue quien respaldó la llegada de Wulff a la jefatura de Estado– volvió a guardar silencio esta semana. Pero algunas tímidas voces de su partido ya comenzaron a pedir la dimisión.