El Congreso analiza un proyecto de ley para estimular el desarme durante la Copa 2014.

Brasil: entradas baratas para el Mundial a cambio de armas – Un método por demás de original. Usted entrega su pistola y nosotros le hacemos descuento para ir a ver los partidos del Mundial. La idea está escrita en el proyecto de ley de la Copa del Mundo de Fútbol 2014, actualmente a debate en el Parlamento brasileño. Aunque llamativa, la propuesta no figura entre las más controvertidas del texto: en este país con ocho millones de armas ilegales circulando por ahí, cualquier iniciativa para quitar hierro a la violencia se toma con normalidad y consideración. El trueque de armas por entradas baratas no sólo debe obtener la aprobación de los diputados y los senadores brasileños y el visto bueno de la presidenta, Dilma Rousseff. Como todas las disposiciones que afectan a los ingresos y la gestión del Mundial, la medida debe negociarse con la poderosa FIFA. Hasta ahora, la Federación Internacional no ha puesto inconvenientes a los descuentos por desarme (y eso que en principio sí los puso contra la rebaja del 50% que la normativa local garantiza a los jubilados en todo tipo de entradas, aunque luego la entidad acabó cediendo). Pero el secretario general de la FIFA, Jérôme Valcke, no se resistió a hacer una bromita cuando compareció ante la Cámara de Diputados brasileña hace un mes: “Me temo que en Brasil hay tantas armas que no dispondremos de entradas suficientes para responder”, dijo con presunta ironía. En su versión actual, el borrador de la ley de la Copa incluye a los pistoleros arrepentidos entre los beneficiarios de un cupo de 300.000 entradas a precio de ganga (25 dólares) que también bonificará a “estudiantes, indígenas y personas probadamente pobres”. La idea nace de un planteamiento más amplio del Ministerio de Justicia, que desde 2003 ha organizado tres campañas de desarme. En la última, a mediados de este año, se ofrecieron indemnizaciones de entre 54 y 165 dólares por arma entregada. Menos es nada, pero los responsables del departamento gubernamental –apoyados por los 70 grupos que integran la ONG Desarme Brasil– pensaron que la Copa 2014 ofrecería acicates aún mejores que el dinero: sería una oportunidad única para relanzar y ampliar la campaña . Las sugerencias del ministerio incluyen el trueque de armas de fuego no sólo a cambio de entradas o descuentos, sino también de pelotas oficiales y camisetas firmadas por los jugadores. Según los medios del país, otra propuesta es emplear el acero obtenido con el desguace de las armas en la fabricación de los palos de los arcos para el Mundial y otras competiciones de la FIFA. El diputado Renan Filho, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, parte de la coalición de gobierno), afirmó en la Cámara que, así como el tema de Sudáfrica 2010 fue la lucha contra el sida, en Brasil 2014 el lema debería ser “Por un mundo sin armas”. Parece adecuado en un país que en los últimos 30 años registró un millón de homicidios y un aumento del 124% en la tasa de asesinatos . El plan de desarme se suma a la “pacificación” de las favelas que está llevando adelante desde hace meses el gobierno de Rousseff, y especialmente el estado de Río de Janeiro, con la entrada de la policía militarizada en una ofensiva contra los grupos de narcotraficantes. Durante el mes del Mundial de 2014, Brasil calcula que recibirá 600.000 turistas en las 12 ciudades donde se celebrarán los partidos y espera alcanzar ese año los 7,2 millones de visitantes extranjeros gracias al impulso del evento.