Fue 2-1 sobre Godoy Cruz con goles de Cvitanich y Schiavi, de penal y se aseguró el primer puesto.

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Boca festejó en Mendoza y está a un paso del título – Con un empate ante Banfield el domingo en la Bombonera será el nuevo campeón. Además, el equipo de Falcioni extendió su invicto a 26 partidos. Lejos está Boca de ser socio del club de los nostálgicos porque no extraña a nadie. Ni a Juan Román Riquelme, su líder futbolístico, ni a Lucas Viatri, el publicitado sucesor de Martín Palermo. Tampoco, a Nicolás Blandi, el goleador menos pensado. Ni siquiera echa de menos a la Bombonera porque cada vez que sale de excursión al interior, el cambio de aire le sienta bien. Si al margen del empate en Bahía Blanca, en aquella lejana primera fecha, ganó en Rosario, en Santa Fe y aquí, al pie de la Cordillera. Se arregla con lo que tiene Boca. Se reconstruye fecha tras fecha. Convence. Y, por encima de todo, se arrima a ese campeonato que lo obsesiona desde su última vuelta olímpica, hace tres largos años.

Porque para Boca, acostumbrado a las mieles de la década pasada, esta transición hacia la gloria duró una eternidad. Sin embargo, en la nochecita de Mendoza, quedó a un pasito del desahogo después de un partido que resultó mucho más sencillo que lo que hasta el más optimista de sus hinchas podía imaginarse en la previa.

Porque lo que sobraban hasta minutos antes del duelo con Godoy Cruz eran malos augurios. Por los antecedentes que marcaban que Boca sólo había podido cantar victoria una de las ocho veces que enfrentó a los mendocinos. «Hijos nuestros», cantaban en las tribunas locales, amparados en tres triunfos, cuatro empates y aquella derrota. Porque en el torneo pasado, había sido el Tomba el rival que le arruinó el debut a Julio César Falcioni, que venía entonado por el nivel que el equipo había mostrado en los amistosos de verano.

Por todo eso, Boca debía tener cuidado. Sin embargo, a excepción de esos primeros minutos en los que le costó acomodarse, no sufrió sobresaltos hasta el final, cuando Ariel Rojas clavó un golazo y llenó de centros el área de Orion. Por el contrario, el puntero le tiró el oficio encima a Godoy Cruz y en un abrir y cerrar de ojos, estaba ganando. Con una contra letal que nació en la última línea. Recuperó Insaurralde, la aguantó con el cuerpo Cvitanich y se la cedió a Erviti, quien casi sin pausa, tocó para Chávez; Pochi abrió hacia Rivero y el centro del Burrito encontró a Cvitanich definiendo a la carrera.

Godoy Cruz no pudo desequilibrar a pesar de que Da Silva quiso sorprender rotando a sus volantes externos. Rojas jugó por la derecha y Villar, por la izquierda. Pero los mendocinos se desvanecieron en los intentos solitarios de Damonte y Castillón y la pelota nunca le llegó limpia a Tito Ramírez, el verdugo de aquella primera fecha del campeonato pasado en la Bombonera. Y quedó mal parado. A merced de la inteligencia de Cvitanich para moverse en todo el frente de ataque. Sin ser un 9 puro, tuvo toda la astucia que le faltó a Nicolás Sánchez, que lo bajó en el área y le cometió penal. Y Schiavi, que había fallado ante Vélez en Liniers, tuvo su revancha frente a Torrico.

Boca siempre fue más. Por la velocidad de Mouche y los piques de Rivero. Por el talento de Erviti, más preocupado por marcar que por jugar, pero siempre claro para tocar. Por ese mediocampo que devora rivales. Da Silva intentó con dos cambios ofensivos en el segundo tiempo. Apostó a Cabrera y Cooper, prescindió de Voboril y Damonte y ubicó tres hombres en el fondo. Boca cerró filas. Y sólo se vio apretado en el último tramo del partido. Entonces, Rojas lo asustó con un sablazo y, en el cuarto minuto adicional, Cabrera ejecutó un tiro libre en la puerta del área que Caruso cabeceó apenas alto. Cvitanich se perdió el tercero. Anécdotas del final de un partido que lo deja a Boca al borde del éxito, como en los viejos tiempos.

Clarin

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