Elecciones – Los comicios abrieron a las 8 y se extenderán hasta las 18. Además de la fórmula presidencial, se votan 130 diputados y 24 senadores nacionales. Y nueve provincias eligen gobernador. Desde las 8, los argentinos asisten al que sería el último proceso electoral del año, ya que todo indica que se definirá en esta primera vuelta quién gobernará el país durante los próximos cuatro años. Además, se eligen 130 diputados y 24 senadores nacionales, mientras que nueve provincias –incluida Buenos Aires- votan a gobernador.
En octubre de 2007, Lionel Messi hacía goles en el Barcelona, Julio Grondona acababa de ser reelecto en la AFA y los hinchas de River ni se imaginaban que cuatro años después tendrían que jugar en la B. La Argentina crecía a tasas chinas, con reservas monetarias sólidas y una considerable baja del desempleo. La inflación y la inseguridad estaban al tope de las preocupaciones.
Gobernaba Néstor Kirchner y Hugo Moyano mandaba sin contratiempos en la CGT. Cristina Kirchner era candidata y la oposición luchaba sin suerte para tratar de revertir la sensación de partido definido.
Cuatro años después, ante una nueva elección presidencial, unas cosas cambiaron y otras no. En el medio quedaron el conflicto con el campo y la derrota del oficialismo en las legislativas de 2009. Algunos de los protagonistas de esos tiempos ya no están y otros siguen detrás de los mismos objetivos.
«Ahora estamos en el lugar de mayor responsabilidad «, dijo Cristina Kirchner al convertirse en la primera mujer de la historia argentina en ser elegida presidenta. Esa misma noche del 28 de octubre de 2007, con pocos datos oficiales, arriesgó que su victoria sería «tal vez con la mayor diferencia entre primera fuerza y segunda desde la recuperación de la democracia». Hoy, en la elección presidencial más previsible que se recuerde, todo indica que conseguirá su reelección por una ventaja aún mayor que la que obtuvo en 2007. Las primarias del 14 de agosto se encargaron de arrebatarle todo suspenso a esta jornada. En este contexto, la pregunta no es ya qué piensa hacer la mayoría de la gente sino qué hará la Presidenta a partir de ahora. Y quizá la mayor duda sea si podrá escapar a las voces que buscarán convencerla de que la eternidad en el poder es posible, para concentrar sus fuerzas de acá al 2015 en ir por la gloria que alguna vez Kirchner soñó para él.
Con otros cuatro años de Gobierno, el desafío que parece tener por delante Cristina es inverso al que tuvo que enfrentar su esposo cuando llegó a la Presidencia, en 2003. Kirchner arrancó con una debilidad extrema y Cristina tendría que mostrar toda su habilidad para manejar un poder inmenso. Al menos para el comienzo de otra gestión, el peronismo aparece subordinado y la oposición dinamitada. El sindicalismo busca correr del medio a Moyano para no estropear su relación con la Casa Rosada. El Congreso también será un ámbito favorable, con el oficialismo muy cerca de controlar las dos cámaras y, tal vez, hasta con nuevos interesados en dar su apoyo.
La pelea por la sucesión dentro del peronismo y las diferencias con Daniel Scioli son dos de los escollos que podría presentar la política.
El resto parece girar en torno a la economía y a la capacidad que muestre un nuevo Gobierno -con el actual ministro de Economía Amado Boudou como vicepresidente- para enfrentar los problemas estructurales internos y las turbulencias que vayan llegando de afuera. Las elecciones de gobernador en nueve provincias (Buenos Aires, Mendoza, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Pampa, San Juan, San Luis y Santa Cruz) terminarán de configurar el mapa político del país con el que tendrá que convivir Cristina.
Los candidatos opositores, que vivieron casi como un suplicio el tramo final de la campaña, podrán conformarse con que todo haya terminado. Sólo Hermes Binner espera con ansiedad que se cumpla el pronóstico de aquellas encuestas que lo ubican segundo. El socialismo y sus aliados del Frente Progresista tendrán su propio desafío: encontrar el equilibrio justo para consolidarse como alternativa opositora entre sus genuinas coincidencias con el kirchnerismo y sus necesidades para gobernar Santa Fe. A Alberto Rodríguez Saá le alcanzaría con menos para conservar su lugar en el peronismo anti K y, aun sin su apellido en la boleta provincial, prolongar la dinastía familiar en San Luis.
El radicalismo deberá volver a mostrar su instinto de supervivencia tras el resultado de Ricardo Alfonsín. Eduardo Duhalde y Elisa Carrió no tendrán ni eso. Algunas cosas cambiaron y otras no.