Las dudas sobre la salud de Chávez agitan la política venezolana – Cómo afecta su estado en la campaña. Como nunca en estos días Hugo Chávez ocupa el centro de la escena venezolana. El lunes dijo que no iba a contestar rumores, pero el jueves salió a hacerlo. Negó cuatro veces en menos de 24 horas que su estado de salud hubiera empeorado: la campaña electoral para 2012 se mueve al ritmo de su enfermedad. Esa mañana, el diario Miami Herald había publicado que estaba internado. En Caracas distintas fuentes hablaban de un aislamiento por una baja de defensas debido a la última sesión de quimioterapia. Hacía una semana que el «presidente-comandante» no aparecía ante una cámara. Vestido de rojo, salió ese día con pelota de beisbol en mano a negar todo y a volver a hablar de que el origen de su enfermedad era el tumor que se le extirpó. Como lo viene haciendo desde fines de junio, no dijo dónde estaba alojado el cáncer. Pero informes médicos que circulan en el ambiente diplomático –y a los que tuvo acceso Clarín – dan un diagnóstico: sarcoma de psoas. El tumor maligno del «tamaño de una pelota de beisbol» que le extrajeron el 20 de junio estaba alojado en el músculo que da movimiento al muslo. En la zona pélvica, tal como siempre lo dijo el caudillo venezolano.
La falta de información oficial sobre la salud de Chávez ha acrecentado las especulaciones y muchos señalan que es la principal protagonista y la que definirá el resultado de las próximas elecciones presidenciales , que fueron adelantadas dos meses. El 7 de octubre de 2012, los venezolanos deberán elegir presidente. Chávez, de 57 años y en el poder desde 1999, aspira a un tercer mandato de seis años. La oposición se prepara unida para enfrentarlo. Algunas encuestas los muestran empatados en intención de votos en alrededor de un 35 por ciento, con un porcentaje similar de indecisos. Pero la popularidad de Chávez se mantiene en un 50%. «Su enfermedad tuvo un gran impacto tanto en el chavismo como en la oposición», explicó desde Caracas a Clarín , Luis Vicente León, de Datanálisis, una de las principales consultoras políticas de Venezuela.
«No quiere decir que el alto apoyo que tiene hoy Chávez se vaya a mantener estable, pero sin duda contribuyó a aumentar su popularidad en los últimos meses. A través de los vaivenes de salud, Chávez ha establecido un vínculo místico-religioso con parte del electorado. No sería raro que estos últimos episodios preparen el terreno para que en días vuelva fortalecido. Eso, claro, si no es una enfermedad grave, algo que nadie sabe», explicó el analista político.
La oposición –según León– también se mueve al ritmo de la salud de Chávez. «Le dio más dinamismo, los unió al menos para la primera etapa que termina con las internas de febrero. En ese sentido, ha sido positivo para ellos».
Chávez comenzó a mostrar signos de deterioro de su salud en los primeros días de mayo. El 2 de junio apareció con un bastón porque tenía una molestia en la rodilla izquierda. Su agenda presidencial –marcada por apariciones permanentes en cadena nacional– se hizo más liviana. Pero su gira presidencial por Brasil, Ecuador y Cuba no fue modificada. Chávez dejó Caracas a principio de junio, pero en su última escala no pudo seguir. Fidel Castro fue el que advirtió que algo más que una molestia en la pierna hacía renguear al bolivariano. Fue en una medianoche que los médicos cubanos lo sometieron a estudios y determinaron que debían operarlo por una infección en la pelvis. A los pocos días, fue Fidel quien le dio el resultado de la biopsia. Era cáncer y debían volver a operarlo. Sucedió el 20 de junio. Chávez llevaba una vida sin descanso. Tomaba 40 tazas de café diarias, pesaba 100 kilos y andaba con tres celulares que no paraban de sonar. El cambio de vida fue abrupto. El coronel de la División de Paracaídas se volvió a sentir un joven cadete. Se levanta a las cinco y lee «Así habló Zaratustra» de Friedrich Nietzsche.
En su vuelta a Caracas se lo vio más delgado. Una semana después comenzó un ciclo de quimioterapia, que ya lleva cuatro sesiones. La última fue el 17 de septiembre en Cuba y sorprendió porque unos días antes –exactamente el 10– afirmó: «Derroté al cáncer» . Pero los rumores volvieron. Los corticoides que le suministran –como parte del tratamiento– le provocaron que subiera de peso. La «cara de luna llena» alimentó las sospechas sobre que su salud no era tan buena como afirmaba. Su imagen daba cuenta de que seguía en tratamiento a pesar de sus dichos. En definitiva, son sus palabras –y también sus silencios– los que como siempre mueven los hilos de la campaña electoral venezolana. Ayer, volvió a hablar. Aseguró que su recuperación era «asombrosa». Dijo que sería electo en 2012 por seis años. Y después en 2019 y en 2025. Hasta el 2031 se imaginó en el poder.