Tras su discurso del viernes en la ONU pidiendo el reconocimiento como Estado, Abbas llegó ayer a Ramallah.

Miles de personas reciben como a un héroe al presidente palestino – Y llamó a iniciar una «primavera palestina» hasta lograr el objetivo. Israel insiste en que antes es necesario negociar la paz. Tuvo el recibimiento de uno de esos héroes que traen algún trofeo importante en su regreso a casa. Mahmoud Abbas, el presidente palestino, vino con las manos vacías, pero a pesar de eso los palestinos lo vivaron como a un gladiador. Es que más allá del resultado y del futuro, su discurso ante las Naciones Unidas pidiendo que se reconozca el Estado Palestino con las fronteras anteriores a 1967 –es decir, sin colonias judías dentro de Cisjordania– y con Jerusalén del Este como capital, devolvió a los palestinos un trozo de ese orgullo tan característico de ellos y que habían perdido en los últimos años.

Abbas llegó de Nueva York, después de descansar en Amman, Jordania, y en vez de entrar directamente a su oficina en la Muqata, la sede del gobierno de la autoridad palestina aquí en Ramallah, fue al patio de armas para rendir homenaje al héroe máximo palestino, Yasser Arafat, que está enterrado en ese lugar. Colocó flores, observó la ceremonia militar y se fue a dar un baño de multitud que lo esperaba detrás del enorme paredón que rodea la zona.

» No habrá negociaciones sin legitimidad internacional ni cese completo de la colonización israelí «, lanzó Abbas tirando por tierra la iniciativa del denominado Cuarteto de Medio Oriente (EE.UU., Rusia, UE y ONU) que había dado un plazo de tres meses para iniciar las conversaciones sobre bases sólidas. Una propuesta que no contempla que se detenga antes la expansión de las colonias judías en Cisjordania como lo vienen exigiendo los palestinos.

Y hasta se atrevió a llamar a una «primavera palestina» que acompañe a la «primavera árabe» que se extiende con levantamientos desde El Cairo hasta Sanaa, en Yemen. «Aquí mismo, una primavera del pueblo y una resistencia pacífica hasta lograr nuestro objetivo», se entusiasmó Abbas haciendo oído sordo al hecho de que las revueltas en Egipto, Libia o Siria son contra gobiernos autoritarios y corruptos. Una acusación que se escucha constantemente contra el propio gobierno palestino.

Es que el veterano político de 76 años, un burócrata que vivió a la sombra de Arafat hasta que éste murió, está viviendo su momento de gloria.

Se plantó ante las presiones de Estados Unidos y el enviado del Cuarteto, el ex premier británico Tony Blair, y fue a las Naciones Unidas a gritar al mundo «¡basta, basta, basta!» ya es tiempo de que el pueblo palestino tenga su estado. Y eso es lo que entienden los jóvenes palestinos que envueltos en sus banderas verdes, negras, blancas y rojas bailan con la alegría de haber obtenido un mundial de fútbol. Salam Nammari, un muchacho de 22 años que estudia economía en la universidad de Birzeit lo expresa así: «Sí, ya ganamos. El mundo está con nosotros. Vamos a ser un Estado muy pronto. No podemos retroceder».

Esta misma tarde se reunirá la dirigencia palestina, un consejo de 41 miembros, y ahí se hilará mucho más fino sobre cómo seguir ahora. Nadie quiere perder este «momentum» que lograron con el discurso en la ONU. Y de acuerdo a fuentes palestinas aún hay posibilidades de que se acepte el plan del Cuarteto para iniciar negociaciones. La clave estará en los tiempos. Deberá haber un plazo de no más de tres meses para detener las construcciones de los colonos en las zonas prohibidas.

Del lado israelí, el canciller Avigdor Lieberman, dijo que había que aceptar la propuesta del Cuarteto como «un agradecimiento» hacia Estados Unidos que prometió vetar la resolución a favor de palestina si es que obtiene los votos suficientes en el Consejo de Seguridad. El premier Benjamin Netanyahu tomó una mayor distancia del plan de paz cuando habló ayer en un programa de la cadena NBC en Nueva York. «Los palestinos quieren un Estado, pero a cambio deben aportar la paz. Lo que intentan hacer en la ONU es obtener un Estado, sin aportar la paz a Israel», dijo.

Pero, en realidad, Netanyahu está hablando al frente interno. Más allá de algunos aplausos de sus socios de la extrema derecha, el resto del espectro político israelí cuestionó su discurso en la ONU que, dicen, «no dejó puertas abiertas» al diálogo.

Tzipi Livni, la ex canciller y líder del opositor partido Kadima, lo dijo así: «¿A quien no le pudo haber gustado el discurso de Abbas en la ONU?». Y desde la izquierda directamente desaprueban absolutamente su desempeño. El ácido comentarista Gideon Levy dijo en su columna del diario Haaretz que se había cerrado «toda posibilidad a los palestinos de obtener su Estado. Así, lo único que nos queda es esperar la próxima guerra».

Por ahora, en Ramallah prefieren seguir los festejos. No tienen muchas oportunidades de salir a manifestarse sólo con alegría.