Argentina recuperó la alegría y se clasificó a cuartos – Jugará el sábado en Santa Fe por un lugar en la semifinal. Y una noche la Selección se reencontró con su fútbol. Volvió el «ole» y el juego asociado. Regresaron las paredes y los toques de primera, a toda velocidad. Recién en la tercera fecha, y después de dos actuaciones muy pobres ante Bolivia y Colombia, la Selección Argentina mostró su mejor versión en esta Copa América. Fue 3-0 a Costa Rica y el pasaje a los cuartos de final.
Con la goleada consumada, hay que decirlo: ¡Cómo costó abrir el partido! Es que la Selección exhibió una superioridad abrumadora desde el inicio del partido pero recién pudo quebrar el cero antes de irse a los vestuarios. Y por un rebote. Fue cuando Gago le pegó con rabia desde el borde del área, el arquero Moreira rechazó y Agüero infló la red. Fue el merecido y esperado gol. El del alivio, El desahogo.
En los 44 minutos anteriores, Argentina dilapidó 13 situaciones. Messi hizo y deshizo. Se cargó el equipo al hombro y se cansó de asistir a Higuaín y a Agüero. Dio pases geniales. De ‘toma y hacelo’. Pero Pipita y Kun no estuvieron finos. También Burdisso tuvo el gol en dos oportunidades. Un zurdazo bajo lo contuvo el arquero y un cabezazo se estrelló en el travesaño.
Eso sí, a Messi nadie le correspondió sus maravillosas acciones. Las únicas que tuvo se las fabricó. El que sí entendió a la Pulga fue Gago, quien se convirtió en su socio. Porque descargó rápido y lo buscó toda la noche. Porque cuando Messi estaba muy marcado se hizo cargo del circuito de juego del equipo.
Atención, no también hubo fallas en esa primera parte. La defensa de la Selección no ofrece garantías. Tiene dudas. Milito sale y pierde, y entre Mascherano y Burdisso tapan huecos. Costa Rica fue generoso en el juego, intentó llegar por abajo pero la única que tuvo fue por un disparo de Mora que se perdió por arriba.
La segunda parte fue un festival. Messi coronó su magnifica actuación con 20 minutos que el público cordobés nunca olvidará. A los 7, con una exquisita asistencia para Agüero para el segundo gol. Esta vez el Kun definió bárbaro, abajo, cruzado, a un rincón.
A los 18, la Pulga y una nuevo pase gol. ¿El beneficiado de semejante generosidad? Di María, quien ingresó al área como una locomotora y fusiló al seguro Moreira para el 3-0. Y llegaron los lujos, los toques de primera, las acciones que se habían ausentado en los dos primeros partidos.
Hubo tiempo para que la gente disfrute de Pastore y su elegancia, para que Lavezzi le apuntara al palo tras otro pase gol de la Pulga. Para que Biglia juegue sus primeros minutos en el certamen. Messi se quedó con su grito atragantado. La gente se fue contenta. Es que la Selección mostró signos de vida y disfrutó del mejor Messi.
Fuente: Clarín.com