El primer ministro impulsaba la abstención, pero la movilizacion opositora logró una afluencia del 57%.

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Berlusconi sufrió una durísima derrota en un cuádruple referéndum – Con más del 90% fueron rechazadas las centrales nucleares, la privatización del agua y una ley que beneficiaba a Berlusconi en la Justicia. El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, sufrió hoy una contundente derrota que lo pone al borde de una crisis de gobierno. Los opositores de centroizquierda lograron que el 57% de los electores, incluidos los italianos del exterior, asistieran a votar en un cuádruple referéndum en el que las mociones contrarias a las pretensiones de Il Cavalieri se impusieron con alrededor del 95%.

La consulta abarcaba la abrogación de las normas que permitían construir centrales nucleares, la privatización y comercialización privada del agua y una ley de «legítimo impedimento» que permitía a Berlusconi eludir las aulas judiciales en los procesos penales en los que está imputado con el pretexto de sus deberes institucionales.

Por la mañana el ministro del Interior, Roberto Maroni, rompió la consigna de silencio y dijo que las proyecciones demostraban que se lograría el quórum. Ayer, en la primera jornada de voto, se presentó el 40,1% de los electores, una cifra muy alta que presagió la victoria de los abolicionistas.

Es la primera vez en 16 años que en Italia se logra el quórum del 50% más uno que legitima los referéndums. Los que rechazaban los motivos de las consultas utilizaban la estrategia del abstencionismo, que les permitía sumar un amplio piso del 23% de electores que nunca van a votar.

Berlusconi había elegido este camino y anunciado hace cuatro días: «Yo no voy a votar». Fue para él el minuto fatal, porque la mayoría de los votantes italianos, más de 25 millones, lo desautorizaron.

El ministerio del Interior anunció que en el 57% de afluencia a las urnas están incluidos los italianos en el exterior, lo que puso fin a las especulaciones sobre el manejo del sufragio de la circunscripción «esteri». De los 3,2 millones de italianos de afuera, votó el 23,7%.

El líder de la oposición de centroizquierda, Pier Luigi Bersani, se mostró exultante en una conferencia de prensa. Volvió a pedir la renuncia inmediata del gobierno y dijo que Berlusconi ahora enfrenta una realidad concretada en números: «No lo sigue la mayoría del país».

La estabilidad del gobierno de Berlusconi pende de un hilo cada día más delgado, que es la voluntad de la Liga Norte de Umberto Bossi de continuar a su lado como socio en el gobierno.

«Estamos cansados de recibir bofetadas», dijo el ministro liguista Roberto Calderoli. A su vez, el ministro del Interior, Roberto Maroni, otro ladero de Bossi, lanzó un ultimatum a Berlusconi. «O presenta un plan de rebaja de los impuestos y contra la invasión de inmigrantes clandestinos o mejor vamos a votar», afirmó. Se refería a la caída del gobierno y a las elecciones generales anticipadas, una perspectiva que aterroriza a Berlusconi. Cualquier alternativa de gobierno que surja de las urnas, incluso favorable a la centroderecha, lo excluirá como heredero de sí mismo en la jefatura del gobierno italiano.

Berlusconi recibió ayer por la mañana al primer ministro israelí, Benjamín Netaniahu, en visita oficial. En la conferencia de prensa final dijo que acogería el pronunciamiento popular y que «hay que decir adiós al nuclear y buscar la solución en las energías alternativas».

Varios colaboradores estrechos y portavoces se apresuraron a asegurar que «los resultados referendarios no afectan al gobierno», algo que nadie cree.

Dentro de unos días, el 22, Berlusconi debe presentarse a las cámaras para someterse a un voto de confianza. Se trata de un pedido-orden que le hizo el presidente de la República, Giorgio Napolitano, después de que «Il Cavaliere» cambiara algunos ministros. Este voto de confianza ahora se convierte en un hecho dramático, porque sus socios de la Liga Norte dicen que deberá presentarse con un programa creíble que les permita continuar en el gobierno. Berlusconi baila otra vez en la cuerda floja de una crisis institucional.

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