Será en uno de los cuatro referendos en votación hoy y mañana. El país dejó la vía atómica en 1986. Berlusconi quiere reintroducirla, pero la mayoría se opone.

Italia decide en las urnas si sigue libre de la energía nuclear – También se vota la privatización del agua y un paraguas legal para el premier. Italia vive con mucha ansiedad la vigilia de los dos días de votación –hoy y mañana– para aprobar o rechazar cuatro referendos populares, entre ellos, el destinado a hundir la posibilidad del uso industrial de la energía atómica . La gran batalla es por el quórum: si se presenta a las urnas el 50% más uno de los 47 millones de italianos convocados en la península, es segura la victoria de los «sí» para abolir el uso de las centrales nucleares para suministrar electricidad, los dos referendos por la privatización y comercialización del agua, y el «sí» que derogará las normas que permiten al primer ministro Silvio Berlusconi eludir las aulas judiciales alegando sus compromisos institucionales. El llamado «legítimo impedimento».

Pero es la discusión nuclear la que más atrae la atención en el resto de Europa porque, si se aprueba el rechazo a la energía atómica, Italia robustecerá al grupo de países –liderado por la Alemania de la canciller Ángela Merkel– que ha dado marcha atrás en el uso de esa fuente de energía.

En 1986, bajo el shock mundial que causó la catastrófica explosión atómica en la central ucraniana de Chernobyl, los italianos abolieron en un referendo la ley que autorizaba el uso de la energía nuclear. Veinticuatro años después, el problema se replantea porque Berlusconi es un firme partidario del uso de la electricidad de origen atómico como energía alternativa a las fuentes tradicionales. Italia debe importar la energía que consume, en especial el petróleo del nordeste africano, hoy conmovido por protestas populares que han puesto en jaque a los gobiernos autocráticos con los cuales Roma ha firmado convenios energéticos. Este hecho genera alarmas en el establishment italiano, que debe encontrar fuentes alternativas con urgencia. Toda la cuestión añade dramatismo al debate por la energía atómica encarnado en el referendo de hoy y mañana.

Pero además están en juego como nunca los equilibrios políticos . A los 47 millones de ciudadanos del área metropolitana, se agregan otros 3,2 millones de italianos en el exterior, que viven una situación de gran incertidumbre en torno a la validez de su voto en la cuestión nuclear. El gobierno auspicia la abstención para hacer naufragar las consultas que se transformaron en referendos porque grupos opositores consiguieron más de 500 mil firmas en cada caso, como establece la ley.

«Yo no voy a votar», anunció Berlusconi.

El premier se arrepintió después de la frase que pronunció porque en caso de derrota los fúlmines serán más graves. Berlusconi dejó trascender su convicción de que los resultados no lo afectarán personalmente ni debilitarán a su gobierno de centroderecha.

La verdad está exactamente del otro lado. Los sondeos que no pueden ser hechos públicos, indicarían que la movilización opositora está al borde de conseguir la mitad más uno de los votos.

En ese caso, la derrota será desastrosa para Berlusconi. Tres semanas después de haber perdido las elecciones municipales parciales con resultados de nocaut que le dieron a la centroizquierda las ciudades más importantes, como Milán, Nápoles, Turín, Bolonia, Cagliari y Trieste, cuatro «sí» abolicionistas transmitirían un mensaje de repudio hacia il Cavaliere .

Los italianos en el exterior han votado hace días los cuatro referendos. Como el gobierno, convencido de que perdería la consulta sobre el uso de las centrales nucleares después de la catástrofe en Fukushima cambió la ley, hubo otra sentencia de la Corte de Casación y la Corte Constitucional confirmando el referendo porque las nuevas normas de Berlusconi suspendían pero no abolían las centrales nucleares. El problema es que los italianos en el exterior –en particular en Argentina (el país donde más se vota)– respondieron a la pregunta para abolir o no las centrales formulada en el proyecto de ley que fue retirado. La Corte de Casación debe ahora zanjar la gran confusión.