Antes del último chucker

Hubo Barabucci: Jinete de la vida – Hugo Barabucci, su vida con el polo. Sus viajes, su ciudad, su familia y su futuro. Por Francisco Díaz de Azevedo

Pronto a cumplir 45 años años de edad, Hugo Barabucci está más activo que nunca. Entre el polo, el juego y sus negocios, «Bara» no para un segundo. Llega a El Trébol y rebota. Cuando uno se quiere acordar, el tipo ya está en otro lado y así es su vida.

Tras compartir 25 años de su vida con el Polo, Hugo no olvida sus comienzos y su vida. Su desarrollo y sus inicios. Tiene todo intacto en su mente y parece que también en su corazón. «De casualidad me encontré con el polo. En los comienzos yo quería conocer Inglaterra y los Estados Unidos y por eso practicaba, después llegué mucho mas allá».

Barabucci recuerda como se inició todo. En la vida nada es casualidad y él lo sabe. «Mi papá Nelson fue de la primera generación, pero con un polo amateur y del interior. Yo lo profesionalicé y hoy vivo de eso, De chico me gustó jugarlo pero no me gustaba la parte de organización. Hoy es al revés. Crecí y me gusta la organización que arrastra este mundo tan especial».

Te acordás de tu primer partido?

«Siiiiii!. Imposible olvidarlo. Fue en el Club de Polo Las Rosas. Y hasta recuerdo mi primer gol que fue en el arco norte de la cancha 2. Yo jugaba con los De Lorenzi pero no era titular. Me tocó reemplazar a un señor Horner de Las Rosas. Jugué con su montado y ese fue día se dio lo de mi debut en el arco».

Porqué te destacaste del resto?

«Quizás me destaque por la dedicación. Había gente que me decía que tenía condiciones y que siguiera practicando, me entusiasmé y dejé cosas de lado por el deporte. No me arrepiento de nada. Hoy sigo jugando con las mismas ganas de siempre aunque quizás esté pronto a mi retiro del profesionalismo».

Hugo y su realidad

A veces fuera de casa, a veces en La Albertina, Hugo no le escapa al contacto con los caballos. Es su vida, su pasión y su profesión. Hoy crío caballos y sigo cerca del polo. Por el polo hoy hago negocios y vivo. Por el profesionalismo, por seguir jugando, para lo que me pagan y también por la cría y la venta de caballos», explica y agrega: «Tengo mucha gente detrás de mí en mi organización que hace mucho por mí. Estoy plenamente agradecido a cada uno de ellos por el esfuerzo que hacen a diario».

Como está Alfredito Capella Barabucci?

«Alfredo va a llegar mucho más lejos que yo. Me dedico mucho a él, porque es mi familia, porque es un gran chico y porque tiene unas condiciones tremendas», dice Hugo, que hoy es propietario de un pequeño club de polo en Buenos Aires donde tiene caballerizas y donde cría y entrena sus caballos.

«Bara» está casado con Claudia del Pilar Trullet. Juntos tienen a Agustina de 16 años y Delfina de 10 años. La profesión muchas veces lo pone a Hugo a miles de kilómetros de ellas, pero sin embargo, el amor todo lo puede y cada paso del polista está respaldado por su familia. «Claudia una gringa que me dio todo. Todo se lo debo a ella que me banca y me soporta muchísimo para que yo pueda desarrollarme y decidir que es lo mejor. Mis hijas son mis ojos. Ellas no ligan hacia los caballos. Pero andan muy bien en el colegio y son muy dedicadas a las cosas que hacen. No me importa que ellas no elijan el polo».

Hasta cuando jugarás?

«Jugaré hasta que me pueda subir al caballo», dice y lanza una carcajada.

Nuestro personaje llegó hace pocos días de una gira internacional que lo tuvo por los Emiratos Arabes durante cuatro meses y ahora se encuentra probando caballos en Buenos Aires. «En pocos días me voy a Ecuador y en junio viajo a jugar a Inglaterra», añade.

Barabucci casi conoció el mundo montando caballos. Países como Inglaterra, Estados Unidos, Uruguay, Brasil, México, Bélgica, Alemania, Francia, Australia, La India, y Emiratos Arabes lo vieron brillar en el polo. «Aprendí mucho en cada país en que estuve. De todas maneras mi casa es El Trébol. No me puedo despegar de ella a pesar de que vivo mucho en Buenos Aires. En el futuro seguiré siempre ligado al polo. Enseñando, con la cría de los caballos y la venta. Uno siempre está y estará ligado al polo».