El canciller, ex jefe de inteligencia del dictador, huyó a Londres. Ayer dimitió el embajador ante la ONU.

Con deserciones y renuncias, se quiebra el círculo íntimo de Kadafi – Y se habla de otros altos funcionarios que abandonarían al régimen. Anoche, un enviado libio trataba en Londres de negociar una salida. Aún sin haber logrado reponerse de la espectacular deserción de su canciller Mussa Kussa, refugiado desde el miércoles en Londres, otro funcionario de altísimo nivel del régimen libio le dio ayer otro portazo al dictador Muammar Kadafi.

En un episodio notable que dejó al descubierto un alto nivel de improvisación entre los funcionarios de la dictadura, el líder libio designó como embajador en la ONU al ex canciller Ali Abdussalam Treki. Pero este hombre, quien se encuentra actualmente en El Cairo, desistió inmediatamente y de un modo sonoro el ofrecimiento. En una carta sostuvo que «nuestra nación tiene el derecho a la libertad, la democracia y la calidad de vida», parte de las consignas que enarbola el movimiento revolucionario que tiene sede en Bengazi.

Es un duro golpe, porque ya había desertado al comienzo de esta rebelión, el 17 de febrero, el segundo funcionario ante el organismo internacional. También más de una docena de embajadores en sedes tan importantes como las de Beijing o Nueva Delhi.

El caso de Treki desnuda graves problemas de coordinación e inteligencia.

El régimen careció de información previa y asesoramiento para no cometer el error de una designación que acabaría con este desplante.

La cadena Al Jazeera informaba anoche que el presidente de la petrolera estatal Libia National Oil Corporation (NOC), Shokri Ghanem, le habría dado la espalda a Kadafi, aunque el empresario desmintió la versión. Según Al Jazeera, entre las personalidades que habrían dejado Libia también figuran el presidente del Congreso Popular General, Mohamed Abdul Qasim al-Zwai, el jefe de los servicios secretos, Abuzed Omar Dorda, y el ex viceministro de Relaciones Exteriores, Adbellati al-Obaiti El caso más serio, sin embargo, sigue siendo el de Kussa, quien salió hacia Túnez y de ahí a Londres, aparentemente en un avión británico. El funcionario habría fingido problemas de salud, por la diabetes que padece, para poder escapar de Trípoli.

El rostro de Kussa, un hombre de muy estrecha confianza del dictador y ex jefe de inteligencia, se hizo más conocido porque fue el funcionario que, tras el ataque a Bengazi, hace tres semanas, anunció un cese del fuego que jamás se cumplió e hizo numerosas y fuertes defensas del régimen ante el más de centenar de periodistas internacionales que se encuentran en Trípoli.

«Si alguna vez hubo una señal de que el círculo íntimo de Kadafi se está deshaciendo es la huida de Mussa Kussa», dijo ayer Jay Carney, portavoz de la Casa Blanca.

El canciller británico, William Hague, afirmó que el ex ministro libio no recibió inmunidad y que está colaborando con las autoridades por propia voluntad. Reveló, además, que su despacho venía manteniendo conversaciones con Kussa desde hace semanas.

Esta rebelión le costó ya al gobierno de Kadafi la pérdida de figuras muy fuertes de su gabinete. El ex ministro de Justicia de la dictadura, Mustafa Abdel Jalil, es el actual presidente del régimen revolucionario. En esa estructura rebelde, también se sumó el ex ministro de Interior de Kadafi, el general Abdel Fatah Younis.

Pero el hombre clave que se cruzó desde el comienzo al bando insurgente es el politólogo y economista educado en Estados Unidos, Mohamed Jibril, actual primer ministro interino de la insurrección y que estuvo a cargo de la Oficina Nacional de Desarrollo. La gestión de Jibril, firmemente apoyada por Kadafi, abrió la economía del país a las inversiones internacionales y rompió años de aislamiento.

En medio del clima de deserciones, fuentes del Foreign Office revelaron anoche al diario británico The Guardian que un enviado de gobierno libio en Londres está negociando en secreto una salida para la crisis.

Se trata de Mohammed Ismail, un asesor de Saif al-Islam, el hijo de Kadafi.

Fuente: Clarín.com