Ahora también aparecieron los restos de Carlos Bosso – El mes pasado hallaron a su esposa Isabel. Le entregarán a su hija Mariana los restos. Por Francisco Díaz de Azevedo
La noticia conmovió a toda la ciudad. Cuando el mes pasado se supo de la aparición de los restos de María Isabel de Bosso, esposa de Carlos, persona muy popular en El Trébol, desaparecida en la dictadura militar, quedó la sensación que se habrían una puerta para saber también el paradero del propio Carlos.
Historia de una pareja
El matrimonio se había casado en el año 1975 y de esa unión tuvieron a su única hija Mariana.
La pareja, había sido secuestrada en el mes de septiembre del año 1977 en la ciudad de Rosario. Su hija no estaba con ellos y salvó su vida.
Tras la desaparición del matrimonio, Mariana se crió con los abuelos en su casa de calle Italia casi Boulevard América.
Durante años, se esperó por novedades de la pareja, que nunca apareció.
En los últimos meses se supo que el grupo secuestrado de personas en ese momento fue de 27 personas, que fueron asesinados en una quinta en Monje y enterrados en fosas comunes en un campo cerca de Laguna Paiva llamado San Pedro.
El primer hallazgo
En enero, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó los restos de una mujer santafesina que fue inhumada clandestinamente como NN en una fosa común junto a otros cadáveres. Estaba en un predio del Ejército en la ciudad de San Pedro, 50 kilómetros al norte de la ciudad capital.
Después se supo que se trataba de María Isabel Salinas de Bosso, quien había sido secuestrada en Rosario el 17 de setiembre de 1977 por un grupo de tareas que actuaba en jurisdicción del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército. Su marido, Carlos, estaba con ella.
En los estudios de los profesionales del EAAF se tomaron muestras de sangre de su hija Mariana y de su hermana Liliana y luego fueron cotejados los perfiles genéticos.
La aparición de Carlos, su marido
Semanas después, fueron identificados los restos de Carlos Bosso. Carlos fue encontrado en las mismas fosas comunes que su esposa. Se presumía que estuviera allí porque ambos habían sido secuestrados juntos.
Los investigadores estiman que los cuerpos hallados pertenecen a presos políticos que fueron trasladados de esa cárcel ilegal a un chalet ubicado en la ciudad de Monje y allí fueron fusilados. En total fueron 27, según reveló el ex agente civil de inteligencia del Ejército Eduardo «Tucu» Constanzo en su declaración indagatoria en 2006.
Su hija Mariana
Hoy Mariana se recibió de médica en la ciudad de Rosario y trabaja en el Hospital Italiano haciendo la residencia en la especialidad de cardiología.
Desde el otro lado de la línea del teléfono dice: «La semana pasada me llamaron para decirme que en una de las fosas de un campo de San Pedro encontraron a mi mamá y a mi papá, ahora me van a restituir los restos. Cuando encontraron a mi mamá yo no estaba en el país. A ella la hallaron primero. Yo me enteré por la prensa y fue extrajudicial. No debió salir en ningún lado pero ya está. Me pidieron disculpas».
Mariana vivió toda una vida criada por sus abuelos Bosso, en la ciudad de El Trébol. Se crió en la casita de calle Italia, a metros del Boulevard y los destinos la llevaron a estudiar en la misma ciudad donde secuestraron a sus padres. «Yo convivo bien con esto. Encontraron los restos de mis padres pero fue una suerte haber crecido con mi familia biológica. Yo hablé con muchos hijos de desaparecidos que me tienen una envidia sana por haber podido encontrar a mis padres. Ellos saben que no es fácil que suceda algo así. Estoy bien y tranquila».
Las huellas que deja semejante historia no son ajenas a ella. El tiempo curó muchas cosas, aunque algunas cicatrices nunca se borrarán: «Tengo heridas, todos las tenemos. Pero depende de cómo te crían para vivir con o sin rencores. Yo vivo sin rencores. Lógicamente que algo uno lleva adentro pero hay que aprender a convivir con esto que a uno le pasó. Es lo que le toca vivir a cada uno. Fui criada en un contexto como El Trébol, lejos de lo que pasaba en el país. Estoy contenta de lo que me toca vivir. Los antropólogos me dijeron que es muy difícil que me pase lo que me pasó, el hecho de encontrar a mis dos padres. Ahora tengo un lugar donde sé que estarán. De otra manera siempre quedaría algo por cerrar».
La historia para la pequeña Mariana
Fue difícil de entender para Mariana que para ir a la escuela o acompañarla en un acto de colación de grado, nunca iban a estar mamá y papá. Sin embardo, el amor de los abuelos paternos logró reemplazar algunos momentos y darle una explicación a lo inexplicable. «Cuando era chica no me decían totalmente la verdad porque mis abuelos tampoco la sabían. De a poco fueron hablándome a medida que sabían lo que iba pasando. En el 83´ dejaron de esperar a mis papás con vida y pudieron contarme algo más. Después uno va viendo por uno mismo y conociendo. Mis abuelos no podían aceptar que no estuvieran en ningún lugar. Ellos tenían la esperanza de que estén en algún lado».
Cerrando una etapa
Mariana estaba de vacaciones en el Perú cuando fueron encontrados los restos de su mamá María Isabel. «Cuando apareció mi mamá enseguida tuve fe y la certeza de que estaban juntos y que iban a aparecer».
Treinta y cuatro años después, Mariana lleva una vida casi normal, pero el destino logró devolverle una historia inconclusa para cerrarla, por más dolorosa que sea. «Mi vida cambió completamente. El antes y el después. El saber donde están. Había un hueco de historia en mi vida y ahora ese hueco está lleno. Yo tuve contacto con algunos hijos de desaparecidos, aunque no tengo mucha relación. Cada uno vive la historia de la manera que puede, algunos la luchan día a día y hay otras que no la pueden aceptar».