El Consejo Nacional opositor dijo al líder libio que podrá dejar el país sin ser procesado si frena los bombardeos.

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Los rebeldes le exigen a Kadafi que abandone Libia en 72 horas – También sostuvo que hay «contactos indirectos a nivel presidencial» con EE.UU. Pero Kadafi negó haber iniciado negociaciones. La euforia ha desaparecido de Bengazi. En la Plaza de la Liberación, las noticias del frente han echado una sombra de preocupación, en especial porque aquí se percibía con cierta exageración que todo venía con enorme velocidad a favor de la revolución. Pero ya no es tan así. Y poco pudo para cambiar ese ánimo la novedad muy controvertida y dudosa sobre la supuesta decisión del dictador Muammar Kadafi de rendirse a cambio de impunidad y protección de su fortuna y su familia.

En una contraofensiva, las tropas del régimen, mejor pertrechadas que las milicias de la rebelión, conquistaron después de una retahíla de fracasos la aldea de Bin Jawad en la noche del domingo, a unos 400 kilómetros al suroeste de aquí. En esa línea y con el apoyo de helicópteros y aviones, intentaban tomar la ciudad petrolera de Ras Lanuf, donde estuvo el lunes este enviado. La ciudad seguía hasta ayer en manos rebeldes pero la situación era bien difícil, además incluso debido a los problemas de aprovisionamiento.

Las marchas entusiastas que veíamos casi todos los días en Bengazi se han raleado. Y un ejército de rostros serios se ve caminar por los corredores de los edificios del gobierno interino cuya sede está junto a la Plaza de la Liberación.

Este panorama complejo de muertos y grave peligro es el que acompañó la extraña versión sobre el pedido de negociación formulado por Kadafi. Los líderes de la revolución no aclararon cómo ni cuándo se puso en contacto con ellos el supuesto emisario. Jala al Gala, integrante del consejo y el vocero Mustafa Gheriani, confirmaron ayer la propuesta y su rechazo, como adelantó Clarín ayer. «Quiere inmunidad, facilidad para salir del país y que su fortuna no sea tocada, pero ¿por qué íbamos a creerle?», dijo el primero.

La especie no tiene mucha credibilidad entre la gente de a pie aquí especialmente porque se la conoce con el trasfondo de durísimos combates a 350 kilómetros al sureste de aquí y en Misarata, más al oeste, una ciudad que está en ruinas y a punto de caer en manos de las fuerzas del régimen.

Pero ayer surgió otra novedad, esta vez proveniente del Consejo Nacional rebelde. Fue cuando el jefe de la administración provisional, Mustafa Yalil, le dijo a la cadena televisiva árabe Al Jazeera que el dictador libio tenía un plazo de 72 horas para dejar el país sin ser procesado y aseguró que están en curso «contactos indirectos a nivel presidencial» con EE.UU. «Si frena los bombardeos y deja el país en 72 horas nos abstendremos, como libios, de perseguirlo penalmente», fueron sus palabras. Anoche, el Departamento de Estado confirmó que diplomáticos estadounidenses, entre ellos Gene Cretz, embajador en Libia, se reunieron en El Cairo con opositores.

En verdad, parece muy poco probable que Kadafi abandone el poder voluntariamente. El régimen libio negó que hubiera iniciado negociaciones. De todos modos, esa versión llegó después de que trascendiera la existencia de supuestas discusiones en su alto mando del que forman parte alguno de sus hijos respecto a los pasos futuros. Algo puede estar sucediendo efectivamente en la cumbre si se advierte otro dato interesante. En la televisión pública apareció un líder del establishment ligado a la dictadura, el ex premier Jadalla Azous al Talhi, quien leyó una declaración llamando al diálogo.

En ese texto, el ex funcionario elude calificar de terroristas y drogadictos a los rebeldes, como los llama Kadafi y, en cambio, les habla con una consideración imprevisible hasta hace poco. Sin autorización del poder, es imposible que hubiera aparecido ahí.

En la plaza de la Liberación, la gente ya conoce a los periodistas que hace días estamos aquí, habla libremente y afirma que Kadafi es un mentiroso al que no hay creerle . «Te seduce y te mete un tiro en la cabeza. Jamás se rendirá, hay que expulsarlo», dice Ahmed Tashi, un comerciante que soporta el viento frío en la plaza. Como este hombre todos aquí admiten dificultades en el campo de batalla. Ya nadie afirma que breve la bandera tricolor de la revolución flameará en Trípoli, «el corazón de Libia», como llaman a la capital donde está el bunker del régimen.

Parte de la gente repite como propia la propuesta del gobierno interino para que Occidente, bajo el paraguas de la ONU, intervenga en este conflicto. La propuesta es una zona de bloqueo aéreo o un bombardeo sobre las bases en las que Kadafi tiene su poder aéreo. Suponen que sin ese arma, el avance hacia el oeste sería más sencillo. Y algún entusiasmo produjo el aval a esa intervención que dio Barack Obama.

Pero no todo es tan sencillo. Se sabe que hay discusiones fuertes hacia adentro de las autoridades revolucionarias en torno a esa posibilidad. Parte de esa interna la cuentan las paredes en los pasillos de los edificios donde cuelgan carteles escritos por los jóvenes, en la que reclaman que ni EE.UU. ni Europa intervengan.

«Podemos hacerlo solos» , sostienen esas leyendas que están por todos lados.

Es importante tener en cuenta que las reivindicaciones sociales de este alzamiento son tan fuertes que, fuera de los momentos en que la gente reza o por las ropas de las mujeres, no se ve nada que vincule el conflicto con la religión. Tampoco hay leyendas antiestadounidenses o contra Israel. Las demandas van por un cambio de régimen que les permita votar y mejorar su calidad de vida. «Tenemos poca población y mucho ingreso petrolero. Pero aquí no hay comercio, no hay sanidad, no hay educación ni seguridad», dice a Clarín Fouzi Dihoum, un hombre que a sus 46 años sólo ha conocido este régimen y ansia, dice, vivir de otro modo.

Fuente: Clarín.com

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