Murió la genial autora María Elena Walsh – La velarán en la sede de SADAIC. María Elena Walsh se marchó. No cuesta imaginarla, como su amada Manuelita, alejándose «un poquito caminando y otro poquitito a pie». Pero deja un regalo invaluable para la cultura argentina: sus canciones y textos geniales. La célebre autora, quien trascendió generaciones con creaciones como la propia Manuelita la tortuga, Dailan Kifki y El mundo del revés, murió esta mañana a los 80 años.
La artista falleció «luego de una prolongada internación y como epílogo de padecimientos crónicos que la aquejaban», indicó un parte médico del Sanatorio de la Trinidad. Sus restos son velados desde las 17 (hasta las 24) en Lavalle 1547, sede de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic), y serán inhumados mañana desde las 11 en el Panteón que la entidad posee en el Cementerio de la Chacarita.
La galería de personajes de Walsh acompañó a varias generaciones de argentinos desde hace más de 60 años. Nació en Ramos Mejía, en el oeste del conurbano bonaerense, en febrero de 1930. Y publicó su primer libro cuando apenas tenía 17 años y le faltaba poco para terminar sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Ese libro se llamó Otoño imperdonable y fue el primero de muchos hitos.
En los 50, Walsh publicó Baladas con Angel y se autoexilió en París. Por esa época comenzó a escribir versos para niños.
Ella se autodefinía como cupletista, en referencia a «las mujeres con hermosos vestidos fruncidos y con volados que cantaban canciones populares y también picarescas».
Su obra no se limitaba al universo de los niños. En la década del 60, por ejemplo, estrenó en el San Martín, nada menos, Canciones para mirar, que luego fue grabada en disco. Y en 1979, en plena dictadura militar, la edición de Desventuras en el País-Jardín de Infantes puso en palabras lo que muchos otros no se atrevían siquiera a pensar.
Podía pasar sin problemas del folklore al jazz o el tango. Y le aportó lo suyo a la canción de protesta: desde su gran clásico «La Cigarra», convertido en un himno de resistencia contra la dictadura hasta 1983, hasta una mirada hacia la inmigración como «Zamba de Pepe».
En el catálogo de obras imperecederas para el público infantil están Doña Disparate y Bambuco. Y los libros El reino del revés, Cuentopos de Gulubú, Hecho a mano y Juguemos en el mundo, Tutú Maramba, Zoo Loco, Dailan Kifki y Novios de Antaño.
En 1985 fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y, en 1990, Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires. Pero el máximo galardón será su lugar en la memoria de la inmensa mayoría de los argentinos.