Lección de vida – Pasaron a una nueva etapa. Días después de ganar el Concurso Libertad 200, el grupo de la EEMPA, ya distendido, se juntó a disfrutar y contar las anécdotas y la experiencia de semejante logro.
«Fue una experiencia emocionante a nivel institucional. El compromiso de los alumnos fue enorme y se vio en los logros con ese trabajo en equipo. Lo de Hernán fue notable y quiero agradecer a la Municipalidad que nos invitó», dijo emocionada la Directora del EEMA Griselda Boasso.
Por su parte, Hernán Córdoba, quién estuvo al frente como profesor y como guía del grupo manifestó: «Mentiría si te dijera que no se trabajó en búsqueda de ese logro. Los dos grupos de la EEMPA trabajaron mucho y uno de ellos llegó a ganar». Hernán ademán señaló: «Quiero destacar que este grupo de adultos tiene recién historia argentina en 5º año y sin embargo tuvieron que meterse en los libros fuera de la currícula y poder aggiornarse».
El grupo de adultos, integrado por cinco alumnos, de los que trabajan durante el día y toman los libros por la noche, se mostró felíz y emocionado. Lida Galliano, con sus 67 años dijo conmovida: «Hubo que volver a los libros, me costó por la edad pero nos apoyaron mucho. Lloré mucho y pienso que no se me va a volver a dar una cosa así en la vida».
A su lado, Javier Doria de 28 años comentó: «Fue buenísimo. Hicimos muchas horas extras de libros y la Dire, los profesores y Hernán se comportaron bárbaro con nosotros».
Sonia Piantanida, de 42 años, algo más tímida dijo sonriente: «Los profesores nos dieron horas libres y Hernán nos organizó para que el grupo funcionara como tal. Esto fue un trabajo puramente en conjunto. Nos organizamos para contestar las preguntas y salió muy bien».
Viviana Hofftetter, de 36 años, sonrojada ante los micrófonos, pero con una alegría indisimulable señaló: «En el momento del concurso vivimos muchos nervios. Había tensión y al final cuando salió lo del resultado yo me emocioné mucho. Fue un ejemplo para mí y para darle a mis hijas que están cursando el secundario».
Este grupo de alumnos, de los que cree, que en cualquier etapa de la vida siempre pueden dar un poco más, demostró que no hay edades para aprender, no hay edades para superarse y no hay edades para seguir creciendo.
Que basta con las ganas, el amor propio y el orgullo de querer ser siempre un poco más.
Que los objetivos de la vida no tienen edades ni límites, sólo basta con proponérselo, como lo hizo este puñado de soñadores.