El presidente agregó que no tiene mucho de qué quejarse sobre los medios de su país.

Lula dice que gracias a la libertad de prensa “llegué donde llegué” – Se declaró agradecido «al pueblo brasileño, a la democracia brasileña y a la prensa, porque el comportamiento de ella, pro o contra, fue formando un juicio de valor». Primero se definió como «defensor juramentado de la libertad de expresión» y luego explicó que el término democracia «no es una media palabra, sino una palabra entera». Para el presidente Luiz Inacio Lula da Silva no tiene «mucho de qué quejarse» respecto de la prensa: «Gracias a ella llegué a dónde llegué» . Sobre la democracia, subrayó que muchos la entienden apenas «como el derecho del pueblo a gritar que está con hambre. Yo la entiendo no como un derecho a gritar sino como un derecho a comer». Sostuvo que esa es «una diferencia fundamental».

En una entrevista realizada el jueves por la mañana en Brasilia con el portal Carta Maior (www.cartamaior.com.br), donde también estuvieron presentes dos medios latinoamericanos, Lula habló de las grandes lecciones que extrajo de estos 8 años en el poder.

En ese contexto, se declaró agradecido «al pueblo brasileño, a la democracia brasileña y a la prensa, porque el comportamiento de ella, pro o contra, fue formando un juicio de valor».

También ponderó como un hecho clave en sus dos períodos como gobernante «el aprendizaje de la convivencia entre los más diversos sectores políticos. Esa es una enseñanza estupenda para quien cree en la democracia como un valor inconmensurable en el arte de hacer política».

Cuestionado sobre su relación con los grandes grupos mediáticos de su país, el presidente recordó que nunca almorzó o cenó con los dueños de diarios, revistas o emisoras. «Mantuve con ellos una relación democrática, respetuosa, que partió de entender el papel de ellos al mismo tiempo que yo quería que ellos entendieran el mío», dijo Lula.

Con todo, Lula da Silva remarcó que «hay personas que confunden democracia y libertad de expresión con actitudes extemporáneas» y cuestionó que «determinados» medios de comunicación no quieran hablar de acciones positivas de su gobierno.

«He escuchado decir que no les interesa realizar la cobertura de una inauguración». Según Lula «no sé si es una cuestión mundial, o que no hay buenas noticias o que tal vez lo que venda diarios sea sólo el escándalo».

Lula sugirió, sobre el comportamiento cotidiano de la prensa, que «si uno todos los días es favorable al gobierno pierde credibilidad. Pero lo mismo ocurre si todos los días se es contrario . Los dos extremos son una necedad».

Según el líder del Partido de los Trabajadores, «en este momento vivimos el mayor período de democracia continua en Brasil … Son poco más de veinte años y por lo tanto se la puede considerar una democracia nueva, aunque muy fortalecida y con instituciones sólidas».

Como conocedor de la casta política que se había enquistado en Brasilia, con la idea inclusive de perpetuarse 8 años más, Lula analizó que con su llegada a la presidencia «ellos decidieron respetar la democracia y dejar que el obrero llegara hasta allí. El operario llegó y ellos creían que mi gobierno sería un fracaso total y absoluto. Pensaban que la izquierda y su obrero metalúrgico irían a sucumbir por su incapacidad de gobernar el país. Pero el operario comenzó a realizar más que ellos y entonces se pusieron nerviosos».

En 2005, año previo a las presidenciales, su gobierno registró una fuerte ofensiva opositora que llevó a la caída de varios de sus ministros. Entonces tuvo miedo respecto de lo que podría ocurrir en un segundo período si fuera reelecto: «Todos saben que yo tenía miedo del segundo mandato. Mi temor era el desgaste, el agotamiento, de repetir siempre lo mismo».

Recordó su primera participación electoral en 1982, cuando se presentó como candidato a gobernador por el estado de San Pablo. «En aquella elección sólo obtuve 1,25 millones de votos y ocupé el cuarto lugar».

Por entonces, su partido hacía una publicidad cuanto menos curiosa. Aparecía una voz en off que comentaba los antecedente de los candidatos del PT. «Decía: Luiz Inacio Lula da Silva, ex tintorero, ex sastre, ex lustrabotas, ex tornero mecánico, ex sindicalista, ex preso político. Un brasileño igualito a usted». Luego venía la propaganda de uno de sus compañeros: «Altino Dantas, hijo de general, condenado a 96 años de prisión».

A continuación aparecía otro candidato del PT: «Athos Magno: secuestró un avión». Entre irónico y nostálgico de aquellos inicios en la lucha política, Lula mencionó en la entrevista: «Aquello parecía más un prontuario policial que una campaña política» .

Como era de esperar perdió las elecciones, que fueron ganadas por Franco Montoro. Primero se deprimió, se sentía –dijo- insignificante. Quien le levantaría el ánimo habría de ser Fidel Castro, durante una visita a La Habana: «Lula ¿te preguntaste qué obrero en el mundo consiguió 1,25 millones de votos? Lo que conseguiste fue extraordinario».

Desde ese momento, el ex sindicalista pasó a creer en una victoria futura. Ahora se siente satisfecho porque su gobierno termina en diciembre con 80% de aprobación. «¿Cuál es el fenómeno?», se interrogó: «Que el pueblo está recibiendo los beneficios, ve que se cumplen los compromisos».

El jefe de Estado se explayó en el tema: «No quiero ser presuntuoso, pero desde el punto de vista de la política social en Brasil hubo una revolución, que todavía falta concluir». Tal vez pensando en su potencial sucesora, el presidente admitió: «Todavía falta mucho para hacer: no se consigue en 8 años desmontar el aparato de exclusión que ya tiene 500 años», finalizó Lula.