Psicólogos que trabajan en la mina dijeron que eso es lo que vendrá tras la etapa inicial de euforia.

Depresión y angustia, el desafío que ahora enfrentan los mineros – Los mineros ya saben que deberán esperar 4 meses para el rescate. Los ayudarán con remedios, rutinas y juegos para aliviar el tedio. «Hemos podido decirles más o menos que no van a poder ser rescatados antes de las Fiestas Patrias, el 18 de septiembre, y que esperamos estar con ellos antes de Navidad». El ministro de Salud de Chile, Jaime Mañalich, confirmó así que lo que vendrá será un tiempo duro para los 33 mineros atrapados en la mina San José, en el norte de Chile. «Después de esta etapa de euforia por haberlos encontrado, vendrá una etapa de depresión».

Ayer, en el Campamento Esperanza, la fecha en la que se imaginaba el esperado rescate era fines de noviembre. Y todo preocupa y se tiene en cuenta. A las 7.45 de la mañana, un temblor de casi 5 grados en la escala de Richter provocó miradas inquietas . «Los mineros son personas experimentadas. Saben que la Tierra en esta zona tiembla y comprobamos que el gran bloque de 700 mil toneladas con este sismo se afianzó», explicó el ingeniero Miguel Fort, el especialista en minas que trabaja en las tareas de rescate. El efecto del temblor, en lugar de desestabilizar la roca, la «apretó» y evitó otros derrumbes.

La zona de la mina –como todo alrededor– está sobre la falla de Atacama, que siempre amenaza con temblar. Ayer, instalaron una red de siete monitores con GPS para poder predecir con tiempo un gran terremoto. Pero sobre el suelo de arena y rocas de la mina San José el movimiento no se detiene nunca. Una sonda terminó ayer el segundo ducto de cuatro centímetros diámetro y a la tarde ya comenzaron a enviar por su medio oxígeno y un aparato para comunicarse .

Por el primer ducto establecido, los socorristas les hicieron llegar ayer siete «palomas», los tubos de PCV y punta de madera que en sus tres compartimentos transportaron comida y cartas. Lo ideal es que hasta el rescate final haya un ir y venir de doce palomas. Cada una tarda más de una hora en hacer todo el reccorrido desde la superficie hasta el refugio a 688 metros de profundidad, donde sobreviven desde el 5 de agosto una cuadrilla entera de trabajadores.

«La prioridad ahora es asegurar la salud física», le explicó ayer a Clarín Kristian Jahn, el secretario regional de planificación de Atacama y coordinador del operativo del rescate.

–El ministro de Salud dijo que ahora viene una etapa de depresión y angustia y que hasta cuentan con fármacos para poder contener a los mineros ¿Cómo es este proceso? , preguntó Clarín .

«El tema médico es vital y la prioridad hoy. Después se aplicará una rutina piscológica establecida. Hay un equipo de psicólogos, un psiquiatra especialista en tragedias y expertos que son consultados permanentemente para ayudar a que los mineros pasen bien estos días», explicó Jahn.

El equipo multidisciplinario es tan grande que ayer se unió una división de la Armada, especializada en submarinos. Además, por la tarde, hubo una teleconferencia con los expertos de la NASA . La preocupación esencial de todos es cómo mantener a los mineros en un espacio tan pequeño –el refugio tiene unos 40 metros cuadrados– en las mejores condiciones físicas y psíquicas.

«La incertidumbre para los mineros atrapados es un agente de estrés muy importante. A este lo podemos atacar con información. Por eso, ya saben que el rescate quizás sea a fines de noviembre y también los hacemos sentir parte de él, que participen al pedirles colaboración en pequeñas tareas de limpieza», dijo Jahn.

Otros de los factores de estrés es el tiempo. Por tal motivo, el equipo de rescate intenta transmitir a los mineros que están en un largo turno de trabajo. El objetivo es crear una rutina y poder así recuperar un ciclo lo más parecido posible al del día y la noche. «La oscuridad permanente es un factor que tenemos en cuenta porque puede provocar un gran estrés. Para eso vamos a enviarles luces e indicarles horarios para el descanso y la actividad física».

Los psicólogos trabajan a dos puntas. Desde hace 20 días contienen a los familiares que esperan en el campamento espontáneo que se armó sobre el terreno cercano a la entrada a la mina y ahora también lo harán con los mineros. «Existe un paralelo entre lo que les pasa a los familiares y a los mineros bajo la tierra», contó Jahn. Las cartas son el medio de comunicación. Aunque son mensajes cortos alcanzan para mantener esa unión, explicó.

Pero poder contenerlos, también intentarán bajar un pequeño equipo audiovisual para verlos. Además, uno de ellos se ha transformado en el «médico» del grupo por sus conocimientos en primeros auxilios y hará revisaciones diarias. También los psicólogos ya prepararon rutinas lúdicas para que los días pasen más rápidos. Pronto les bajarán cartas y hasta un dominó.

Cierran minas pequeñas

Las autoridades chilenas clausuraron 18 minas pequeñas, principalmente de cobre, en la región de Antofagasta, 1.377 kilómetros al norte de Santiago, por falta de medidas de seguridad y por carecer de un proyecto de explotación.

El estatal Servicio Nacional de Geología cerró estas minas por no poseer chimeneas de ventilación, refugios subterráneos ni vías de evacuación. Jorge Pavlevic, presidente de la Asociación Minera de Taltal, afirmó que «hay un antes y un después luego del derrumbe en la mina (San José). Y ahora, como sector, estamos en el ojo del huracán».

Rodrigo Mendiburú, secretario regional de minería de Antofagasta, dijo a El Mercurio que «de 300 mineras pequeñas en la región, sólo 23 pueden operar». Los yacimientos de la denominada «pequeña minería» chilena producen 60.000 toneladas de cobre cada año y dan empleo a unos 20.000 trabajadores.