Las argentinas vencieron a Holanda por 4 a 2 , en Nottingham, y lograron por tercera vez seguida el Trofeo de Campeones.

La gloria de ser Leonas – Son increíbles, pero también son reales. El tercer palazo de Noel Barrionuevo ya había explotado en la red holandesa. El resultado ya estaba 4-2. La chicharra ya había sonado. Y ellas, tan ellas como siempre, supieron que habían atravesado un camino peligroso que las tuvo al borde de la tristeza pero terminó en una alegría viva, justificada, final.

Una alegría campeona . En Nottingham, Las Leonas obtuvieron por tercera vez consecutiva el Trofeo de Campeones. Un Trofeo de Campeones en el que empezaron tropezando y terminaron de pie, tanto históricamente como en la edición 2010.

Trofeo complicado, parte 1 . La selección femenina de hockey (aún no eran Leonas ) debutó en el torneo en 1995. Aquella vez, en Mar del Plata, finalizó última. Lejos de los grandes resultados, Argentina nunca se había subido al podio hasta que ganó el título en 2001. Desde entonces, no baja del cuarto lugar. La Generación Leona revolucionó los esquemas y se afirmó como potencia del hockey. Lo reflejó en el Trofeo de Campeones con los títulos de 2008 y 2009.

Trofeo complicado, parte 2 . Pese a los laureles que supieron conseguir, la previa de la edición 2010 tuvo altibajos importantes para Las Leonas, especialmente un 1-6 contra Holanda el 1° de julio. «No somos el rival a vencer, el rival a vencer son las holandesas», le había dicho Carlos Retegui a Clarín días antes de la goleada . Aunque finalmente ganaron ese torneo previo, el inicio del Trofeo de Campeones fue desalentador: derrota 1-2 ante Inglaterra y empate 2-2 contra Alemania. Nunca un equipo campeón había empezado sin victorias en sus dos primeros partidos.

Triunfos ante Nueva Zelanda (4-0) y Holanda (4-2) reavivaron las chances. Era necesario que Inglaterra no derrotara a Nueva Zelanda en la última fecha para jugar la final. Y sucedió. Luego, Argentina le ganó agónicamente 4-3 a China y llegó al partido decisivo.

Tanto sufrimiento previo fortificó a Las Leonas . Pensaron el juego desde lo defensivo, cedieron la bocha pero estuvieron atentas para aprovechar cada guiño del partido. Así, la primera chance concreta terminó en gol: corner corto de Noel Barrionuevo y 1-0. La ventaja intensificó la idea de esperar y contraatacar, pero el empate holandés enfrió la euforia. Las Naranjas siguieron dominando y Argentina, arrinconada, se animó. La primera gran audacia modificó el partido: genial pase de Luchetti para Carla Rebecchi, y la delantera de Ciudad de Buenos Aires, tras una diagonal filosa, marcó el 2-1.

Holanda no tuvo ni tiempo para presentarle quejas a la injusticia. Cinco minutos después, Barrionuevo mantuvo su eficacia: segundo corner corto y segundo gol suyo. Argentina arriba 3-1.

Si la táctica dio resultado, ¿por qué no seguir así? Durante el segundo tiempo se repitió la idea: concentración, espera, contundencia. Y si tuvo éxito no fue sólo por las goleadoras, sino porque Belén Succi atajó como en sus mejores tardes en el CASI; y porque Lucha Aymar sigue escondiendo la bocha mejor que nadie en el planeta.

Si el plan no fue perfecto fue porque Silvina D’Elía hizo una de más en una salida y su error significó el descuento de Holanda. Faltaban 14 minutos. Había que recuperar la concentración, soportar el asedio holandés y… Y otra vez el stick celestial de Barrionuevo: tercer corner corto, tercer grito suyo, 4-2. Y Noel que abraza estadísticas: además de ser la máxima anotadora de esta edición, alcanzó a Alejandra Gulla (no jugó por gripe) como la máxima goleadora de Las Leonas en el torneo, con 19, superando a Soledad García (18), Vanina Oneto (16) y Aymar (15).

La imagen final es de ellas, tan ellas como siempre, convertidas en el segundo equipo de la historia en ganar tres Trofeos de Campeones consecutivos. Pero no es el tiempo de aquella Australia imbatible (cinco títulos seguidos entre 1991 y 1999): es el tiempo de estas Leonas increíbles pero reales, que no amarretean festejos pero miran de reojo hacia el 29 de agosto, cuando en Rosario, en casa , comience el sueño más grande: el Mundial.

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