«Si mi marido hizo algo mal que lo pague», dijo su mujer en el juicio.

La suerte del “Puma” Baroni cada vez más comprometida. – Continúa el juicio por el asesinato de Alejandra Cugno. Santa Fe. «Voy a decir la verdad. Si él hizo algo mal, que pague». Después de algunos titubeos y en tono bajo, Ramona Graciela Muñoz, la concubina de José Luis Baroni, dio su testimonio ante el tribunal que juzga a El Colorado por el crimen de la docente sanjorgense Alejandra Isabel Cugno, ocurrido el 6 de julio de 2009. Entonces, la mujer comenzó a develar su visión sobre la trágica historia que protagonizó su pareja en una extensa audiencia llena de matices y discusiones.

El debate llegó a un momento crítico cuando la mayoría de los    presentes en la sala donde se desarrollan las audiencias orales y públicas esperaba el anuncio de un cuarto intermedio hasta el martes próximo por parte de la presidenta del tribunal, María Amalia Mascheroni. Fue entonces que el defensor de Baroni, Claudio Villasboas, solicitó la nulidad del juicio (ver aparte), lo que fue desetimado.
El teléfono. En el inicio de la cuarta jornada del juicio prestó declaración el comisario principal Sergio Gorosito, jefe de la Agrupación Unidades Especiales de la Unidad Regional XVIII, quien desde el día de la desaparición de Alejandra Cugno realizó una maratónica tarea investigativa con los métodos tradicionales de su repartición, pero además incorporó una técnica de seguimiento y análisis de comunicaciones. Eso le permitió individualizar al sospechoso del crimen, seguir sus pasos en el intento de huir al norte provincial y documentar movimientos y hechos que se ensamblan a la perfección en el rompecabezas aportado por los testigos y el propio imputado.

Con semblante firme y voz serena, Gorosito deslumbró con la    cantidad de datos que expuso de memoria durante 65 minutos. De ese modo explicó cómo estableció que el celular de Cugno se utilizó con dos chips distintos, cómo entrecruzó informes de las compañías telefónicas y pudo individualizar a los titulares de esas líneas: una perteneciente al concuñado de Baroni, Ambrosio Santos Videla, quien estuvo detenido pero tras explicar que al chip de su teléfono se lo había robado su pariente fue liberado; y el otro perteneciente a un vecino de Piamonte, Rubén Turletti, quien aseguró que un año antes le había vendido a El Colorado un teléfono con ese número.

A su turno testificó el jefe de la comisaría de El Trébol,    Gerardo Nota, quien narró cómo la patrulla que comandaba en la búsqueda de la docente divisó huellas compatibles con las de un auto que ingresaban a un campo en el que había una casa en ruinas. Tras consultar al propietario y saber que él no había ingresado, recibieron la autorización judicial para entrar hasta la tapera y se alarmaron al ver el brocal del pozo recientemente destruido. Al revisarlo encontraron el cuerpo de Alejandra.
La mujer. Cerca del mediodía la presidenta de la sala llamó a testimoniar a Ramona Graciela Muñoz, la compañera de Baroni, quien había sido convocada por la fiscalía y la defensa. La mujer ingresó, se sentó, miró al hombre con quien compartió 13 años de vida y es padre de sus cinco hijos y rompió en llanto. A sólo dos metros de ella, El Colorado agachó la cabeza y permaneció inmóvil. El clima de tensión se quebró cuando la jueza le preguntó si estaba en condiciones de declarar o prefería hacerlo más tarde. Como la mujer siguió llorando, Mascheroni ordenó llamar a un servicio de emergencias y retirar a Baroni de la sala y a su concubina a la sala de testigos.

Un cuarto de hora más tarde, Muñoz dijo que estaba en condiciones    de testimoniar con la única condición de no hacerlo ante el imputado. Tras un par de respuestas evasivas, la mujer dijo a la fiscal: «Le voy a decir la verdad, si el hizo algo, que pague». Y comenzó su relato. «El se fue de la casa después del mediodía —del lunes 6 de julio— con el pretexto de visitar a su madre y buscar trabajo en Devoto. A las 17.30 mandó un mensaje avisando que estaba llegando» a esa pequeña población del este cordobés. «Después volvió a las 3 de la mañana —prosiguió—, tomamos unos mates y se fue a dormir. Trajo con él una cartuchera y un celular y dijo que había encontrado esas cosas en la ruta, que las pateó en la oscuridad. Que vino un tramo caminando y que por eso llegó tan tarde».

Después, Muñoz dio detalles de los allanamientos y de cómo la    policía se llevó de su vivienda fotos de Baroni, sábanas con manchas de sangre, una camisa, un pantalón, la cartuchera de la maestra, dos celulares, dos chips y las llaves del auto de Alejandra Cugno. También dijo que mantenía una relación armoniosa con su pareja «aunque a veces me enojaba porque se iba mucho, salía todos los fines de semana».

«Siempre fue bueno con los chicos y conmigo» dijo la mujer.    Y explicó que hasta que nacieron sus tres primeros hijos ella pensó que su concubino se llamaba Carlos Roque Ferreyra. «Pero no los había anotado y cuando nacieron los otros dos los anoté a todos con el apellido Baroni», sostuvo. Después de declarar, la jueza le otorgó cinco minutos para dialogar con el acusado en una sala contigua.
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Mientras la compañera de Baroni se reponía del shock emocional, la Fiscalía solicitó revisar la filmación de lo ocurrido en la sala ante la sospecha de que mientras la mujer era asistida, el defensor Claudio Villasboas pasó por detrás de ella y le dijo una frase intimidatoria. También pidieron que se secuestre el celular de la testigo dado que le llegaron mensajes mientras lloraba desconsolada. Nada de eso pudo ser verificado.

Fuente: Luis Emilio Blanco – La Capital
Foto: La Capital