Argentina afrontará mañana ante Nigeria, en el Ellis Park de Johannesburgo, su primer compromiso mundialista.

Se acabaron las palabras: llegó la hora del debut – Tevez va de entrada y Jonás será defensor-volante. Arranca a las 11 de Argentina. Llegó la hora de la verdad para la Selección. Desde las 16 de Sudáfrica, las 11 en la Argentina, el equipo que dirige Diego Maradona irá en busca de despejar las dudas que lo acompañaron en todo este proceso que arrancó a fines de 2008. Enfrente estará Nigeria, un conjunto cuya imprevisibilidad asoma como principal característica.

Si bastara con un razonamiento simple, podría asegurarse que Argentina no sólo es favorita para arrancar con el pie derecho su participación en el grupo B (que también integran Corea del Sur y Grecia, que chocarán en Port Elizabeth desde las 8.30 de Buenos Aires) sino también para animar el primer Mundial que se juega en suelo africano.

Contar con Lionel Messi, sin dudas una de las máximas figuras del fútbol mundial, y con un grupo de jugadores que brillan en las principales ligas del mundo (de los titulares, apenas Verón juega en el país), pareciera suficiente para erigirse, al menos, en uno de los principales candidatos.

Pero las dudas pasan por la dificultad evidenciada hasta ahora para convertir ese grupo de individualidades de jerarquía en un verdadero equipo. Basta recordar que, desde que Diego se hiciera cargo de la Selección, se vistieron de celeste y blanco más de cien jugadores. Que las eliminatorias significaron un enorme dolor de cabeza sólo resuelto con una aparición agónica de Martín Palermo ante Perú y una victoria apretada en el Centenario contra Uruguay.

Los días de la Selección en Pretoria sirvieron para alimentar la ilusión de unos y el escepticismo de otros. Diego armó una especie de fortaleza en la que -se supone- terminó de transformar un plantel en un grupo y el grupo en equipo. Pero recién encontró la formación inicial en las horas previas, con cambios de nombres (Tevez titular y Otamendi afuera respecto de la victoria conseguida ante Alemania) y también de esquema (fin de los cuatro centrales y Jonás Gutiérrez como lateral-volante).

Además, sobrevuelan fantasmas respecto del verdadero estado de salud de la máxima estrella. Messi está intacto para el médico pero entre algodones para el preparador físico.

Algo alejada del unánime favoritismo de España y Brasil, Argentina puede sacar provecho de que los focos están puestos en otros y resolver cuentas pendientes: lleva 24 años sin títulos y 20 sin finales, la última de ellas con el mismo Maradona llevando a la Selección a la final y perderla ante Alemania.

Enfrente estará Nigeria, que llega sin su máxima figura, John Obi Mikel,y anima con Argentina una especie de clásico moderno: en juveniles, los africanos ganaron la final de los Juegos Olímpicos de Atlanta y perdieron la de Beijing 2008, con un Messi incipiente.

Y en mayores, hubo victoria argentina en Corea-Japón 2002 (1-0) y en Estados Unidos 94: 2-1, curiosamente el día en que Maradona se vistió por última vez de jugador de la selección.

Basta de palabras. Ya se sabrá si el magnetismo que generan Diego y Messi, fácilmente comprobable en Sudáfrica, es suficiente. La camiseta celeste y blanca seduce igual, y de sobra, a millones de argentinos, a quienes desde hoy les costará pensar en otra cosa.