Sobre el matrimonio homosexual II

Yo opino – Por Betiana Tajomisski Mucho se ha dicho, y mucho se seguirá opinando respecto a esta polémica ley del matrimonio homosexual. Mi postura es la opuesta a la de la Srta Pepino, y a la de cientos (y quizás miles) de argentinos, pero celebro la posibilidad de que se instale el debate, siempre y cuando sea respetando las posturas y hablando sin intensiones de ofender a la parte contrapuesta.

El debate es amplio, tanto a favor como en contra tienen sus argumentos. Sinceramente, y sin intensiones de ofender, todavía no escuché opiniones en contra que tuvieran un fuerte sustento argumentativo. He leído agravios terribles en contra de los homosexuales, como que son enfermos (cuando la OMS en 1990 la sacó de las enfermedades mentales, 17 años después de que la la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) decidió eliminar la homosexualidad del ‘Manual de Diagnóstico de los trastornos mentales’), desviados, inmorales, pedófilos, y podría seguir por varios renglones.

Primero quería argumentar que la homosexualidad es tan natural como la heterosexualidad. Si a lo largo de la historia y en todas las épocas y culturas hubo siempre una proporción más o menos estable de personas homosexuales, y si en varias especies animales está comprobado que también existe la homosexualidad, es evidente entonces que esa posibilidad es parte de la naturaleza de los seres humanos, entre otras especies. Cuando un hombre se enamora de otro hombre o una mujer de otra mujer, es porque esa es su inclinación natural (inclinación, no elección…. La homosexualidad no es una elección, no es un gusto). Por otra parte, muchas veces se confunde mayoría con normalidad y minoría con anormalidad. Los zurdos fueron por mucho tiempo considerados anormales y se los castigaba para obligarlos a escribir con la mano derecha. Los pelirrojos, las personas de ojos celestes y los genios de las matemáticas también son minoría, y no por eso hay que cercenarles derechos.

El matrimonio homosexual es tan antinatural como el matrimonio heterosexual. Los animales no se casan, ni se heredan, ni son fieles, ni sacan un crédito juntos para comprar la casa. La patria potestad, el apellido, la herencia, la obra social, los derechos migratorios, los bienes gananciales son invenciones humanas. El ser humano vivió sin matrimonio por miles de años hasta que lo inventó; es un producto de nuestra cultura, de nuestra historia, y respondió a las necesidades de una época. A lo largo de la historia fue cambiando y seguirá haciéndolo respondiendo a nuevas necesidades y costumbres. Pero tampoco es natural la medicina, ni la ciencia, ni los libros, ni las partituras de Mozart, ni el diario, ni el papel, ni la tinta, ni la luz eléctrica que ilumina al lector dentro de su casa. Y no por ello rechazamos todas esas cosas. No existe ninguna ley de la naturaleza que regule quién puede casarse. Las leyes naturales se ocupan de cosas como la gravedad, la reproducción de las células o la fotosíntesis. Del matrimonio se encargan las leyes civiles.
No quiero abordar temas religiosos, porque sé que es un plano complejo, pero mucho se ha dicho en nombre de «X» religión, en nombre de la Biblia, incluso hasta en nombre de Dios. Lo claro es que acá no se pide a las iglesias que les otorguen «el sacramento» al colectivo gay, lo que la comunidad exige es que se respeten sus derechos civiles. Como ciudadanos tienen los mismos deberes y las mismas obligaciones que cualquier otro ciudadano… no sería justo que tengan los mismos derechos? No sería justo que puedan disponer de sus derechos previsionales, de obra social, de bienes gananciales, a una pensión en caso de fallecimiento, a una herencia, a poder acompañar a la pareja en caso de tener un accidente o una enfermedad terminal?? Los homosexuales no son ciudadanos de segunda, son personas tan normales como cualquier heterosexual. Son hijos, hermanos, sobrinos, nietos, tíos, padres, amigos, amas de casa, panaderos, mecánicos, futbolistas, médicos, maestros, abogados, farmacéuticos, enfermeros, periodistas, recolectores de residuos, científicos, psicólogos…. y la lista es extensa.

Quisiera una sociedad más justa, una sociedad capaz de respetar a las minorías y que no se burle de ellos, quiero una sociedad en la que prime la tolerancia, una sociedad en la que todos seamos efectivamente iguales, y no unos más iguales que otros…

Atentamente
Betiana Tajomisski
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