Nora Antuña – Se fue de la Dirección tras 15 años de gestión. La comunidad educativa de la ciudad pierde una gran trabajadora. Nora Antuña llegó a la ciudad hace 15 años. Tomó la Dirección a través del Ministerio reemplazando al hoy intendente Fernando Almada y la sensación que causó esa destitución por parte del Gobierno no fue la mejor en los padres ya alumnos.
Sin merecerlo, en aquellos años, Nora fue receptora de prejuicios y una «guerra» fría de una ciudad que no terminaba de entender que una directora «de afuera» llegara para sustituir a un director de la ciudad que venía cumpliendo bien sus funciones.
Pero el tiempo fue curando heridas y sanando resquemores. Nora, con su forma de ser, derecha, formal, seria y trabajadora, fue ganando el corazón de padres, profesores y alumnos.
«La juventud pide límites a gritos», suelen decir por ahí, y Nora en estos 15 años dio límites, regaló amor y transitó siempre por el camino de los justos.
No es casualidad ver el amor que tienen los alumnos por su escuela, ver sus logros, su manera de dar y la forma de sentir que la «Técnica» es su segundo hogar.
Nada es casualidad. Hubo una cabeza que trabajó con el corazón y con la razón. Una cabeza que transmitió – sin tranzar nunca – lo que es el camino que debería seguir la educación argentina.
Esa razón de ser tiene nombre y apellido. Se llama Nora Antuña, oriunda de Cañada Rosquín, adoptada por padres, alumnos y ex alumnos como la persona que transformó a la «General Martín de Güemes» en una manera de aprender, de amar y de respetar. No es poco en estos días de tanto libertinaje juvenil.
«No me alejo definitivamente de la Escuela. Sigo viviendo en el edificio y es mucho lo que la quiero», suelta Antuña a El Trébol Digital. Tratará por sobre todas las cosas, de no mostrar sus sentimientos. Pocas veces lo hace. Quizás sea ese su escudo para separar el sentimiento de la docencia y tratar de lograr la objetividad que siempre pregona.
«Se presentó esta oportunidad y a veces es necesario dar un paso al costado. Cuestan tomar determinaciones o trabajar con objetividad cuando uno está ligado afectivamente a una institución y ese es mi caso», dice mientras se prepara para el último acto de colación de año.
Antuña logró en estos años, que uno al ingresar a la escuela Técnica, se sienta abrazado por el respeto de los alumnos. Algo no tan común en estos días. Los chicos de esta escuela son compañeros de sus profesores, pero los docentes no regalan nada. Los chicos de esta escuela son orgullosos de esta escuela, y esta escuela sólo regala límites y educación.
Parece como que la ecuación no cierra. Pero no es tan raro. Dar límites, amor y educación a un joven, termina siendo valorado por los chicos. Eso Antuña lo sabe y siempre lo hizo sentir.
Como hizo sentir el duro peso de las sanciones a la hora de las agresiones a la escuela cuando un joven se equivocó. Como cuando salió a los medios a dar la cara y no se escondió, llena de dolor pero firme, cuando un alumnos falló en su comportamiento.
Nora recuerda los comienzos y el tiempo transcurrido. «Estoy desde hace 15 años en esta escuela. Llegué en un momento difícil porque los primeros meses fueron durísimos y muy pocos lo saben. Dí lo mejor de mí y terminé queriendo a la Escuela. La quise, la quiero y la va voy a seguir queriendo. Además me voy a un cargo transitorio del que quizás vuelva en uno o dos años».
Nora asumirá ahora como Coordinadora Pedagógica y Administrativa de la Región VIII de Educación. Seguirá viviendo en esta ciudad y pegada a su escuela. Seguirá estando siempre … pero a pesar de estar físicamente, en el ambiente se siente la sensación clara, oscura y profunda de que se la va a extrañar.