Primer Plano – Un actor que también se anima a escribir y a dirigir Una jueza, vestida con un Chanel acompañado de una estola de piel de zorro sobre los hombros, va a unir civilmente a dos hombres. «¡Un horror! Estoy por casar a dos putos», dice salteando todo tipo de corrección política. Un ángel orgulloso de su blancura porque «ser blanco es sinónimo de pureza y de bondad», está a punto de ser pintado de negro por un artista; idea que de sólo pensarla lo exaspera y avergüenza.
Ante estas situaciones que propone el espectáculo Subió la carne , el público no se horroriza. Al contrario: son tan grotescas que lo que único que queda es reírse a más no poder. «El humor permite digerir algo así de patético», justifica la elección de los temas de la obra Claudio Pazos, uno de los dos actores que la protagonizan en La Comedia. Junto con Francisco Pesqueira y el director Carlo Argento, integran el grupo Carne de Crítica, responsable del espectáculo.
Hace cinco años invadieron la escena under, cuando estrenaron la pieza homónima en un sótano de San Telmo, donde para entrar, como cuenta Pazos, «había que ponerse la antitetánica». El reconocimiento llegó, en 2005, al aparecer en el Maipo Club con Correte que chorrea . En ese momento, paradójicamente, el grupo entró en crisis. «Cuanto mejor nos iba, más nos peleábamos. Lo que pasa es que los actores somos insoportables con o sin razón», señala. Por eso, buscaron una solución muy freudiana. «Empezamos a hacer terapia de grupo. Es como la de pareja pero de a tres», cuenta mientras se ríe. «Trabajamos en cómo enfocarnos en la tarea para no perdernos en lo mezquino y en los problemas propios de la convivencia», describe.
A veces, en los grupos las individualidades desaparecen. Algo con lo que Pazos no coincide. Por eso, en Carne de Crítica, los tres respetan el trabajo por separado de cada uno. En su caso, la dirección y dramaturgia de Hermanecidos , que los viernes se puede ver en Boedo XXI. «La obra cuenta el vínculo de dos hermanos en relación con una madre monstruosa. A todos, en mayor o menor medida, nuestra madre nos arruinó la vida. Después, fuimos perdonando», dice.
